A punto de romperse. Un padre siempre es un padre muerto, antes o después. A diferencia de la madre, el padre cree que el mundo es lo que él ha creado. Primer error: cree, para empezar, que ha creado algo. El resto del cuento es de sobra conocido, mientras más muerto, más omnipresente. Fantasma por excelencia. La madre es de una naturaleza distinta, si vale algo así como la palabra “naturaleza”, tan sobrecargada de referencias por la tradición. Pienso que una tensión parecida estuvo en la concepción del libro más reconocido de Anne Carson, Decreación.
Tensión con la madre. A punto de romperse. Dice así el primer poema:
Sleepchains
Who can sleep when she—
hundreds of miles away I feel that vast breath
fan her restless decks.
Cicatrice by cicatrice
all the links
rattle once.
Here we go mother on the shipless ocean.
Pity us, pity the ocean, here we go.
Se necesita una madre perdida. O una madre que no deja de hablar, de referir sus dolores y cicatrices. Hablo, por supuesto, de la lengua materna. Porque, ¿quién puede dormir cuando la lengua se agita? Y no se trata del simple acceso ansioso de pensamientos desbocados; cuando la lengua no para de susurrar y golpear su contrario: la tierra firme. Acceso único de los poetas. ¿No es el poema ese cascabeleo de las cicatrices adheridas a la cadena (o red) significante de la lengua materna? En Anne Carson es una lengua siempre a punto de romperse. Pocos poemas tan frágiles como los que abren Decreación.
En “Sunday” (segundo poema del libro) tenemos otra vez este verso preciso donde lo cotidiano queda magnificado por la economía del lenguaje; el paso del tiempo se transforma (o se revierte) en dos líneas paralelas de sentido opuesto: “Leaves huddle a bit./ Kitchen lights come on.” Aquí ambos versos amplían una tonalidad y una atmósfera, el color ocre y el color de una luz cálida (de fulgor similar) se contraponen a la árida manifestación de unos números: “Six. /Seven.” Entre ambos extremos de la lengua, la voz lírica espera algo así como un oráculo. ¿Con cuál manifestación de la lengua se queda uno? Es una pregunta que condensa un mundo y, acaso, toda la historia de la humanidad.
Últimamente, suele considerarse que la abstracción es una pérdida de las dotes creativas de una cognición integral. Pero la línea, el punto y sus uniones son un logro amparado también en el lenguaje. En el poema en cuestión, la madre calla con una precisión pasmosa. Un silencio preciso. Geometría pura. Lo que encierra un episodio de tensión entre dos mujeres, Carson lo eleva a la categoría de epifanía. El silencio se abre a un grupo de “fieldmice that scamper so drily”. Transcribo el poema para que mi lector pueda detectar ese silencio:
Sunday
My washed rags flap on a serious grey sunset.
Suppertime, a colder wind.
Leaves huddle a bit.
Kitchen lights come on.
Little spongy mysteries of evening begin to nick open.
Time to call mother.
Let it ring.
Six.
Seven.
Eight—she
lifts the receiver, waits.
Down the hollow distances are they fieldmice that scamper so drily.
Esta vez es un silencio a punto de romperse. Por la palabra de cualquiera de las interlocutoras; pero en su suspensión se corta el ambiente como un sable y permite oír lo lejano. El último verso retuerce la sintaxis usual de modo que los ratones aparezcan como la respuesta de un cuestionamiento tácito: “are they fieldmice”. Y sin embargo, es el inicio del verso donde me parece se debate esta escucha de la lengua: “Down the hollow distances” da un sentido de dirección o movimiento en un espacio vacío o lejano, cuya profundidad es tanta como lo es aislamiento entre los sujetos poéticos. En la segunda clave de lectura, cualquier escritor puede referir la lucha agónica por la mot juste, esa palabra precisa que Flaubert buscó compartir (como si de un convivio se tratase) con su amante Louise Colet. Lucha de distancias o de luces.
Este motivo se expande en el tercer poema (“Lines”) y concluye con Beckett, no por casualidad. Se trata de una deriva donde el poema está a punto de romperse y en efecto lo hace. Eso, me parece, es la Decreación. Poema que deviene ensayo, ópera, deriva y rompimiento otra vez. Cuando Carson dice: “While talking to my mother I neaten things”, parece indicar un procedimiento poético: los objetos cotidianos empiezan a ordenarse o reordenarse. El cambio como entropía. Así las cosas, en estos poemas frágiles que abren uno de los libros más potentes de Anne Carson.