Luis Alberto Ambroggio es Presidente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española. Ambroggio y yo hemos tenido la dicha de compartir poesía y amable conversación en múltiples ocasiones. Como resultado de la reciente supresión de la versión en español de la página web en la Casa Blanca, esto es lo que nos comparte. Le agradezco su necesaria intervención.
El acto simbólico de la Casa Blanca de suprimir la versión en español de su página Web es un atentado racista, ignorante, que va en contra de los valores fundacionales de nuestra nación, de la riqueza de nuestro multiculturalismo y multilingüismo, y de nuestra realidad histórica y cultural. Configura una afrenta e insulto no solo para cada uno de los ciudadanos hispanounidenses sino para la realidad cultural de nuestra nación. Somos el Segundo país Hispano-Parlante del mundo y las estadísticas nos indican que la población hispana/latina estadounidense es la de más rápido crecimiento en los Estados Unidos debido a nacimientos (78%) e inmigración. Hay ciudades con grandes poblaciones hispanas como Nueva York, Miami, el área de Washington DC (con un 25%) y Estados como Nuevo México (46.3%), Texas (37.6%), California (37.6%), Arizona (29.6%), Florida. Los hispanos han superado las proyecciones de población en 40 estados, y de seguir las tendencias actuales, se proyecta que crecerá hasta 100 millones de personas para el año 2050. El español es el segundo idioma más estudiado en los EE.UU., después del inglés.
Nuestro idioma, nuestra historia, nuestra cultura hispana de los Estados Unidos comienza en el año 1512-1513, o sea cien años antes de la llegada de Los Peregrinos, como lo documento en mi libro Estados Unidos Hispano.
El creador de nuestra nación, Thomas Jefferson, genial y visionario, obligaba a sus hijas a aprender el español leyendo diariamente 10 páginas del Quijote de la Mancha y les decía a sus allegados, como a su sobrino Peter Carr, lo siguiente: “Aplícate al estudio del idioma español con toda la dedicación que puedas. Él (el español) y el inglés que cubren casi toda la superficie de América, deberían ser muy bien conocidos por cada habitante, que intenta mirar más allá de los límites de su finca”. Nuestro vate icónico, Walt Whitman, con motivo de la celebración de los 300 años de la creación de la ciudad de Santa Fe, escribió sobre la importancia del elemento hispano en la nacionalidad americana. Estas son sus palabras: “El carácter hispano le va a proveer algunas de las partes más necesarias a esa compleja identidad americana. Ningún origen muestra una mirada retrospectiva más grandiosa –más grandiosa en términos de religiosidad y lealtad, o de patriotismo, valentía, decoro, gravedad y honor…- Con respecto al origen hispano de nuestro Suroeste, es cierto que no hemos ni siquiera comenzado a apreciar el esplendor y el valor excelente de este elemento étnico.”
Un inmigrante hispano puso la primera piedra de la Casa Blanca, Pedro Pablo Casanave. Eligió el 12 de octubre de 1792 para hacerlo (Columbus Day), por eso nuestra capital se llama Washington, D.C. (Distrito de Columbia, de Columbus, de Colón). El español vital como uno de los idiomas nacionales de los EE.UU. sobrevivirá con sus idiosincrasias lingüísticas a las campañas para eliminarlo, a pesar de la gran presión sicológica y social de ciertos elementos de la cultura dominante y la presión no tan natural de los grupos etnocéntricos y xenofóbicos para imponer sólo el inglés («English only»). Ya hace casi dos siglos apareció el poemita de Jesús María Alarid que aún nos inspira en esta lucha que ganaremos:
Hermoso idioma español
¿que te quieren prohibir?
Yo creo que no hay razón
que tú dejes de existir
©Luis Alberto Ambroggio
Academia Norteamericana de la Lengua Española