A caballo entre la prosa y la poesía, los mini relatos de Corta la piel, en su mayoría,se podrían clasificar como viñetas por su énfasis en la descripción de personajes, escenas y paisajes, y simultáneamente por la evocación de las emociones e impresiones de Violeta, la protagonista, cuya presencia a través del texto da unidad al conjunto de narraciones breves que componen el libro. Violeta, una salvadoreña refugiada en los Estados Unidos que es escritora y viajera, aparece a través de la narración en distintos lugares como Nueva York, Madrid, Lisboa y Atenas. Esos espacios constituyen el marco geográfico de su trayecto psicológico a través de los caminos de la melancolía debido a un amor perdido, sin esperanzas de regreso ni redención. Lejos de contar la historia de Violeta de una manera lineal y de trazar una causalidad entre los sucesos narrados, Corta la piel evita las marcas temporales con el fin de subrayar el efecto emocional en la protagonista de experiencias fundamentales en su vida como el maltrato en su niñez, la emigración a Estados Unidos, sus viajes y su rompimiento con Pedro, entre otras.
El primero de los textos que da título a la colección constituye una denuncia de la brutalidad de la guerra en El Salvador, ya que la protagonista recuerda que cuando era niña tuvo que huir precipitadamente –en un tren– de los soldados salvadoreños que llegaron con metralletas cerca de su casa. Dicho pensamiento conduce a otro, actual y presente: la cancelación del Estatus de Protección Temporal o TPS, por sus siglas en inglés (Temporary Protected Status), para los salvadoreños. Ambas reflexiones son detonadas por el sonido de un tren y por una pequeña cortada que sufre la protagonista en la cocina de su casa. De esta manera, su experiencia privada, es decir, el microcosmos de la violencia vivida por Violeta, se conecta con el macrocosmos de la violencia en El Salvador y con la política anti inmigratoria del gobierno de los Estados Unidos. Como en otros de los textos de esta colección, la naturaleza, encarnada aquí en el canto del pájaro carpintero que Violeta escucha en el jardín y en los árboles que ve desde la ventana de la cocina, le ayuda a encontrar paz en tierra extranjera: “un trinar entre las abundantes frondas la tranquilizó”. El tema social, constante en la escritura de Caraza, se advierte también en la viñeta “43” que alude a la desaparición de los 43 estudiantes normalistas en Ayotzinapa, México, en septiembre del 2014, donde la voz narrativa se imagina como una más de las víctimas que yacen bajo el sol sin tumba y sin justicia: “En la oscuridad de la noche sentí la sangre caliente escurrirse hasta los ojos. . . ‘Soy de Ayotzinapa’. . . Soy el 43”.
Más allá del compromiso social, la prosa poética e introspectiva de Corta la piel se propone evocar sentimientos y estados de ánimo de carácter universal a través de las emociones particulares de la protagonista, especialmente aquellas que tienen que ver con la desilusión amorosa y su consecuente melancolía. En este sentido, el paisaje es fundamental ya que sitúa geográficamente los recuerdos de la protagonista, facilitando así el trabajo de duelo como en el caso de “Lisboa y el mar”: “La canción del olvido se borda en su historia. Se desvanece lo que queda: suspiros, una mano que apenas toca la otra. No queda nada ni la sangre cargada de dolor”. En otras viñetas, la protagonista se aventura por el terreno de un erotismo más directo como en “Nereida” donde Violeta se imagina como una de las sirenas plasmadas en los azulejos azules de un museo que visita en Lisboa: “Si yo fuera diseño en la superficie de barro, sería remolino de viento grabado para la eternidad. Descanso en el claustro pequeño, dibujando palabras, imaginando colores en la página. . . Si yo fuera azulejo, también viviría en esta casa, con el sexo hinchado, esperándote”. “Nereida” subraya la íntima conexión que Corta la piel establece entre el arte visual y la literatura como tecnologías que atrapan el instante para preservarlo en las imágenes y en la escritura.
Otro elemento fundamental en Corta la piel es la musicalidad de la frase que junto con la belleza de las imágenes enfatiza la preocupación estilística de la autora. Un ejemplo paradigmático de ello se encuentra en “Los pavos reales”, mini relato que revela la intuición de Caraza y su confianza en el poder de la anáfora para orquestar—a veces por sí misma y otras en juego alternado con la aliteración—el ritmo de su prosa: “Ellas lejanas, ellas ausentes, ellas desnudas. Nacidas de Venus, nacidas de la espuma”. La descripción preciosista de los pavos reales y la musicalidad de la prosa recuerda el modernismo de los cisnes de Darío. Sin embargo, su personificación instiga el extrañamiento en el lector y, con ello, le permite imaginarlos desde una perspectiva innovadora, añadiendo así originalidad a su descripción.
Si bien Corta la piel dialoga con la tradición literaria utilizando imágenes convencionalmente asociadas con el paisaje de la poesía romántica –especialmente su conexión con los sentimientos del poeta– imágenes tales como la luna, las olas, el crepúsculo o el viento (“Otra vez el tren”, “Un poco de sol”, “Soy tuya”, “Sopla hacia el sur”, “La voz del amanecer”, “La hora de las golondrinas” –en un evidente homenaje a Bécquer–), por otro lado, algunas viñetas enfatizan el carácter contemporáneo de la escritura mencionando elementos de la tecnología y del paisaje urbano actual (como los rascacielos neoyorquinos o sus barcos) con los cuales Violeta se conecta emocional o intelectualmente, por ejemplo en la viñeta “Falsa alarma”: “‘La luz de la pantalla y la luna son similares’”, pensó, blancas, heladas, penetrantes”. La pantalla de la computadora funciona como una metonimia de la escritura, la cual es la única actividad que puede sacar a Violeta de sus “pensamientos caóticos” y llevarla a un “Mundo de letras, metafórico. . . donde las cosas pasan, los poemas nacen de las mesas, de los vasos, de las tazas” (“Vida paralela”).
Como Pablo Neruda, Caraza descubre la poesía aun en los objetos más sencillos, lo cual solamente la intuición de un poeta puede lograr. Asimismo, la autora nos recuerda que la literatura es un medio eficaz para poner orden en el caos de la vida, denunciar las injusticias, ver con nuevos ojos el mundo a través de un filtro de sonidos y metáforas y, así, crear e imaginar un mundo distinto, desde el universo de la ficción, las imágenes, la palabra y el asombro.
María Esther Quintana Millamoto
Texas A&M University