Los labios con el agua se hinchan
mientras el crepúsculo nace. Ahogados
cantos se deslizan en la corriente.
El rojo áureo del horizonte tiñe
el agua de sangre, ópalo lacustre
el palpitante corazón.
¿Son estas las últimas palabras?
La usencia navega por los canales
las golondrinas gritan en su vuelo.
Dorado crepúsculo llevas carmín
en los labios de la noche. El sol se da
por vencido con la luz en la distancia.
¿Son estos los últimos deseos?
Secreto mortal, sonido sordo del agua.
Un poema por escribirse.
Quien no haya probado la
frialdad de los cuerpos
que busque este atardecer de sangre.
Quizá el último, acuático pensamiento.
Los párpados se tiñen de la hora violeta.
El agua crece, ópalo lacustre el recuerdo.
Mutismo muere, para que las golondrinas
griten en la oscuridad.
¿Son estos los últimos versos?
Isla de Murano, Venecia, Veneto, 11 de junio de 2015
“Atardecer de sangre” es parte del poemario Donde la luz es violeta (Mammoth Publications, 2016).