El pasado viernes, 1 de octubre, el editor de FlowerSong Press, Edward Vidaurre, organizó una presentación para mi poemario Corta la piel / It Pierces the Skin que se publicó en 2020 por la misma editorial. La presentación originalmente iba a ser hace un año pero debido al COVID-19 se pospuso.
Finalmente tuve el gusto de presentarlo en Zoom. También celebramos la nominación de Corta la piel / It Pierces the Skin como finalista para los International Latino Books Awards en la categoría de mejor libro de poesía bilingüe por un autor para este 2021. Los resultados serán anunciados el día 17 de octubre en la ceremonia de premiación que también será virtual.
Corta la piel / It Pierces the Skin fue traducida por la Dra. Sandra Kingery y un grupo de dieciocho estudiantes que hicieron un trabajo maravilloso. Quisiera reconocer a todos los dieciocho estudiantes: Caleb M. Beard, Abril M. Cardenas, Hanna Cherres, Joshua Josue Cruz-Avila, Angelina M. Fernandez, Luis Felipe Garcia Tamez, Elizabeth J. Hernandez, Galilea Landeros, Esmeralda Luna, Lyssett Ortuño, Rocio A. Quiñonez, Toussaint R., Karla I. Rios, Emily K. Sampsell, Michael Sanchez Palacios, Briana A. Tafoya-Saravia, Leví A. Tristán Aguirre y Aaron M. Willsea.
La imagen de la portada es de la fotógrafa Lissette Solorzano.
La noche del viernes me acompañó Flor Lizbeth Cruz Longoria quien es la directora del Colectivo Huehuecoyotl y, así mismo, la directora de la Fundación Díaz del Moral. Flor interpretó dos piezas para flauta, “Kokopely” de Katherine Hoover y el “Son de la loma” de Miguel Matamoros, transcrita por Alfredo Porfela López. El talento de Flor hizo vibrar a nuestra audiencia digital y permitió que la música y la poesía se complementaran fluidamente.
Agradezco a todos los que nos acompañaron e hicieron de esa noche una inolvidable velada poética y musical. ¡Que la poesía nos salve!
“El primero de los textos que da título a la colección constituye una denuncia de la brutalidad de la guerra en El Salvador, ya que la protagonista recuerda que cuando era niña tuvo que huir precipitadamente -en un tren- de los soldados salvadoreños que llegaron con metralletas cerca de su casa. Dicho pensamiento conduce a otro, actual y presente: la cancelación del Estatus de Protección Temporal o TPS, por sus siglas en inglés (Temporary Protected Status), para los salvadoreños. Ambas reflexiones son detonadas por el sonido de un tren y por una pequeña cortada que sufre la protagonista en la cocina de su casa. De esta manera, su experiencia privada, es decir, el microcosmos de la violencia vivida por Violeta, se conecta con el macrocosmos de la violencia en El Salvador y con la política anti inmigratoria del gobierno de los Estados Unidos. Como en otros de los textos de esta colección, la naturaleza, encarnada aquí en el canto del pájaro carpintero que Violeta escucha en el jardín y en los árboles que ve desde la ventana de la cocina, le ayuda a encontrar paz en tierra extranjera: “un trinar entre las abundantes frondas la tranquilizó”. El tema social, constante en la escritura de Caraza, se advierte también en la viñeta “43” que alude a la desaparición de los 43 estudiantes normalistas en Ayotzinapa, México, en septiembre del 2014, donde la voz narrativa se imagina como una más de las víctimas que yacen bajo el sol sin tumba y sin justicia: “En la oscuridad de la noche sentí la sangre caliente escurrirse hasta los ojos. . . ‘Soy de Ayotzinapa’. . . Soy el 43”.
—María Esther Quintana Millamoto
“Corta la piel de Xánath Caraza es una pieza literaria muy fuerte. Estas sesenta y dos pequeñas prosas poéticas interconectadas estimulan al lector con imágenes que lo abarcan todo desde luchas personales de la protagonista, eventos actuales, hasta la conquista de las Américas. El sobrecogimiento que produce contemplar un mundo que es, como murmura Violeta en la primera historia, “un caos” (4) se atenúa con destellos luminosos de la belleza del mundo natural y una alabanza al poder de la escritura, todo expresado en textos que brillan con la energía, el brío y la autenticidad encontrada en toda la escritura de Xánath Caraza.”
—Sandra Kingery