Enrique Vila-Matas vuelve a sorprender haciendo lo que mejor sabe: narrar sobre lo que nadie espera. Bartleby y compañía es una delicia, un libro hecho para mí, el gran escritor me ha hecho un libro a medida.
«¿Recordáis cómo era la risa de Odradek, el objeto más objetivo que Kafka puso en su obra? La risa de Odradek era como “el susurro de las hojas caídas”. ¿Y recordáis cómo era la risa de Kafka? Gustav Janouch, en su libro de conversaciones con el escritor de Praga, nos dice que éste se reía “por lo bajo de esa manera tan suya, tan propia, que recordaba el tenue crujido del papel”».
Confieso que últimamente me dan miedo los libros. Me da miedo abrir un libro y tener que dejarlo en las primeras páginas. Cosa que me pasa muy a menudo. Con Vila-Matas todavía no me ha pasado.
Bartleby y compañía es un ensayo en clave de novela. Bartleby y compañía es una obra enorme.Bartleby y compañía es el libro que todo escritor debería leer. Bartleby y compañía es literatura en estado puro.
«He trabajado bien, puedo estar contento de lo hecho. Dejo la pluma, porque anochece. Ensueños del crepúsculo. Mi mujer y mis hijos están en la habitación contigua, llenos de vida. Tengo salud y dinero suficiente. ¡Dios mío, qué infeliz soy!
Pero ¿qué estoy diciendo? No soy infeliz, no he dejado la pluma, no tengo mujer, no tengo hijos, ni habitación contigua, no tengo dinero suficiente, no anochece».
Leí este capítulo (66) mientras desayunaba. Tragué el bocado y exclamé: «Esto es buenísimo, esto es lo más, esto es la leche». Si tú no sientes lo mismo al leer este capítulo 66 de dos párrafos, no estás en mi onda.
Naturalmente, interesa leer el 66 después del 65, pero creo que tiene la misma fuerza como microrrelato. Para mí es la escenificación del auténtico escritor, ese que a veces se mete demasiado en su historia.
«Fue en 1853 cuando Melville, que contaba sólo treinta y cuatro años, llegó a la conclusión de que había fracasado. Melville murió en 1891, olvidado. Todo lo que escribió en los treinta y cuatro últimos años de su vida fue hecho de un modo bartlebyano, con un ritmo de baja intensidad, como prefiriendo no hacerlo y en un claro movimiento de rechazo al mundo que le había rechazado».
Enrique Vila-Matas rinde tributo a los escritores del no y lo hace con el talento de los genios. De su estilo arácnido poco se puede decir, sabemos que la perfección de su tela es hipnotizante y que su mundo es el mundo donde la Literatura encuentra su razón de ser.