Ayer, el Índice de Paz México 2019 (IPM), publicado por el Instituto para la Economía y la Paz (IEP), dio cuenta de la situación de violencia que vive nuestro muy pejista país y la noticia no fue nada grata.
Antes de pasar al detalle de esta nada halagüeña información, estoy obligado a referir que el IEP es un centro de investigación independiente y apartidista que busca promover una mayor comprensión de los factores sociales y económicos que dan lugar a una sociedad más pacífica. En el Índice de Paz México se emplearon cinco indicadores para estudiar el nivel de paz: la tasa de homicidios, delitos con violencia, delitos cometidos con armas de fuego, cárcel sin sentencia y crímenes de la delincuencia organizada.
Este informe contó con la intervención de expertos provenientes de instituciones como el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), World Justice Project, México Evalúa, Stanford University, Observatorio Nacional Ciudadano y Jurimetría, y fue elaborado con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública y del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Ora sí, entremos en materia.
Desde el encabezado del documento se percibía el olor a podrido, se visibilizaban los gusanos y se escuchaban las sirenas, gritos y lamentos: “La violencia en México costó 5.16 billones de pesos en 2018”. Para que tengan ustedes, amables seis lectores, una idea de la cifra, se trata de algo así como 268 mil millones de dólares (la cotización al momento de redactar esta entrega, estaba en 18.91 pesos por dólar). Esa cifra equivale a casi una cuarta parte del Producto Interno Bruto del país (24 por ciento para ser exactos).
Y el detalle de la información apenas empieza.
Sucede que la tasa nacional de homicidios se incrementó 14 por ciento ese año, el fatídico 2018, y casi el 70 por ciento de ellos se cometieron con un arma de fuego. 22 estados de este ensangrentado México tan nuestro enfrentaron un retroceso con respecto al 2017 y la situación “mejoró” apenas en 10.
De acuerdo con el documento 2018 fue el año más violento que se haya registrado hasta ahora en la tierra de Juan Diego, y el nivel de paz se deterioró 4.9 por ciento, lo que constituye el tercer año consecutivo a la baja. ¿La delincuencia organizada? Aumentó 11.6 por ciento con respecto a 2017.
En el informe, hay situaciones reveladoras: “la violencia afecta de diferente forma a hombres y mujeres. Es más probable que los hombres sean víctimas de homicidio, ya que fueron hombres las víctimas en nueve de cada diez homicidios, mientras que 44% de las mujeres informaron haber sufrido violencia por parte de su pareja en algún momento de su vida. La violencia afecta más a los jóvenes que a los adultos, ya que la tasa de homicidios de jóvenes de entre 15 y 29 años fue 42% más alta que la de la población en general. Durante 2018, por lo menos una de cuatro víctimas de trata de personas fueron niños, niñas o adolescentes”.
Pero la cosa no para ahí, ya que se detalla además que la tasa de asaltos se mantuvo en niveles parecidos a los de 2017, pero la de violencia sexual y doméstica aumentaron 12.4 por ciento y 5.7 por ciento respectivamente.
También se informa de hechos violentos en contra de personajes sumidos en “el penoso asunto de la política” (el entrecomillado es mío): 850 hechos ocurridos contra políticos entre el 1 de septiembre de 2017 y el 31 de agosto de 2018; de estos, 75 por ciento a nivel municipal; 81por ciento a integrantes de partidos “opositores”. Hubo 175 homicidios de tinte político, especialmente en Guerrero (32) y Oaxaca (29).
Tristemente, quienes nos dedicamos a este rollo de
la información también somos víctimas: “los periodistas fueron blanco de los
crecientes índices de violencia. En 2017 se documentaron 507 casos de agresión
contra profesionales de la comunicación. Hacia julio de 2018 ya se habían
registrado 389 ataques, un 40% más que en el mismo periodo del año anterior”.
En el documento se detalla que el informe estudia la fortaleza de los factores
de Paz Positiva de México, es decir, los factores que se asocian a las
sociedades altamente pacíficas, consistentes en ocho pilares: buen
funcionamiento del gobierno, distribución equitativa de los recursos, libre
flujo de información, entorno empresarial sólido, altos niveles de capital
humano, aceptación de los derechos de los demás, bajos niveles de corrupción y buenas
relaciones con los vecinos.
Para seguir con la mala estrella, aquella evidenciada por los Aguilar (Luis y Antonio), el informe señala que México es débil en varios pilares clave como: niveles de corrupción, funcionamiento del gobierno y libertad de los medios. Debilidad, impunidad y ataques lo confirman.
No puedo finalizar esta entrega sin compartir el optimismo del análisis: “De acuerdo con el Índice de Paz Global (IPG), México presenta niveles más altos de Paz Positiva que de paz negativa, lo que indica que tiene la capacidad de mejorar su nivel de paz y su clasificación en el IPG si fortalece sus Pilares de Paz Positiva más débiles”.
No sé por qué, pero recordé al buen Chava Flores: a qué le tiras cuando sueñas mexicano…