Obra en portada Cuerpo con fantasma por Juan Ramírez Carbajal
Cuando me aproximaba
a la ciudad sin nombre,
comprendí que estaba maldita.
Lovecraft
Tú, sumido en el subterráneo mundo de M., continúa re-creando la novela que se escribe a diario. Y como era de esperarse con un personaje que ha adquirido vida propia, Tú se ha levantado de su sumisión que lo había cosificado, y ahora reta a quien narra estas líneas. Ha planeado realizar una rebelión.
¿En qué consiste este levantamiento? –le pregunto-, pero su respuesta se muestra con hechos: “Pacto ciudadano: Si hacen justicia frente a mí, no vi nada, no escuché nada, no sé de qué me hablan. Por un México sin rateros”.
EL CONTEXTO
Fue el pasado 31 de octubre cuando se conocía el suceso: cuatro asaltantes de un autobús habían sido asesinados por quien luego fuera bautizado como un justiciero. Los cuerpos baleados aparecieron sobre la carretera México-Toluca, y se desconocía la identidad del sujeto que llevó a cabo tal hazaña.
Esta situación abrió la puerta a una serie de comentarios a favor y en contra sobre el tomar justicia por su propia mano, debido a la creciente inseguridad y la poca solución por parte de las autoridades competentes.
UN DEBATE ENTRE EL BIEN Y EL MAL
Mientras me encuentro a punto de explicarle a Tú que, por muy asombrosa que resulte la idea de poder solucionar toda injusticia sin intermediarios, sin necesidad de pararse cuatro horas de la vida a esperar en un Ministerio Público y realizar la denuncia a un delito que seguramente nunca será esclarecido; si comenzamos ahora a soltar balas ante cualquier amenaza, cometemos el riesgo de que la situación nos estalle en la cara, de volvernos contra nosotros mismos, de in-civilizarnos.
Pero Tú me rebate, insiste que observe las cifras, los organismos judiciales son incapaces de resolver el grueso de homicidios que cada día son reportados oficialmente; qué esperar de los robos a casa-habitación, de los asaltos a mano armada, de los delincuentes que a diario asisten a realizar sus fechorías.
–Es inconstitucional- insisto.
–¿Qué peso puede tener, cuando M. cerrará el año con casi 10 billones de pesos en deuda?- me responde.
–Esos asuntos, sin duda, te han recluido en ese mundo subterráneo en que habitas, pero no debería ser sinónimo de involución social-.
Pero Tú ya no escucha, en él se observa el hastío, la necesidad de renovar las esperanzas a toda costa. Cada nueva noticia publicada retumba en su ánimo de rebelarse, luchar por que la situación de injusticia, violencia, delincuencia, acoso, inseguridad, escasez; acaben. Se ha creado un Pacto Ciudadano Contra el Miedo, y creo que comienzo a respaldarlo.
¿Cómo no hacerlo cuando las amenazas a los activistas en el país no cesan?, como lo sucedido a Jorge Alejandro Saucedo Alvarado, estudiante de Coahuila, que ha sufrido en los últimos días en sus redes sociales. (Ver: http://revoluciontrespuntocero.mx/).
¿Cómo no hacerlo cuando siguen descubriendo cuerpos en fosas clandestinas? Cuando en Baja California, presumen, habrían existido otros cinco pozoleros, encargados de desaparecer con productos químicos los cuerpos masacrados de víctimas del crimen organizado, posiblemente ligado al narcotráfico.
Entonces, el nacimiento de un justiciero, o la idea de que la sociedad pueda servirse de hacerse justicia es un halo de prosperidad para Tú.
¿Nueva esperanza? O ¿desgajamiento cívico?, es el cuestionamiento aún sin resolver