“La costa que vemos hoy es solo una instantánea en el tiempo”.
Robert Young.
Recuerdo a mi padre contarme sobre la otra playa, aquélla que seguía con más casas, locales, cabina de salvavidas y hasta otra calle para transitar en carro… y luego más playa. Cuántos mares a lo largo de la historia no nos han mostrado los vestigios de otras civilizaciones y conocimientos inauditos, como que el desierto del Sahara antes fuera agua, o historias míticas, como la desaparición de Atlantis bajo el océano.
Un estudio de la revista científica Nature Climate Change realizado por científicos del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea, publicado en 2020 se volvió viral por una conclusión bastante dolorosa y posible: la mitad de las playas podrían desaparecer para 2100 (o incluso 2050).
En el artículo del volumen 10 de la revista, titulado “Sandy coastlines under threat of erosion”, se reitera la importancia de las playas del mundo, las cuales incontables veces han sido dadas por sentado cuando en realidad hay tantas que en poco tiempo han desaparecido.
“Sandy beaches occupy more than one-third of the global coastline and have high socioeconomic value related to recreation, tourism and ecosystem services. Beaches are the interface between land and ocean, providing coastal protection from marine storms and cyclones. However the presence of sandy beaches cannot be taken for granted, as they are under constant change, driven by meteorological, geological and anthropogenic factors. A substantial proportion of the world’s sandy coastline is already eroding, a situation that could be exacerbated by climate change (…) A substantial proportion of the threatened sandy shorelines are in densely populated areas, underlining the need for the design and implementation of effective adaptive measures”.
Curiosamente, los tijuanenses no necesitamos de historia antigua ni mitología, ni cualquier otro estudio, para saber que frente a la puerta de México y Latinoamérica hace poco tuvimos más playa; que probablemente nuestros padres, abuelos y generaciones anteriores se pasearon por arena hoy invisible, antes incluso de que se construyera el famoso muro fronterizo.
La famosa playa de Tijuana, donde celebridades, turistas y civiles acuden a impactarse ante el muro fronterizo que termina en el mar, apenas el siglo pasado se extendía más allá de lo que hoy se ve: mientras que actualmente hay una carretera principal en paralelo a la playa, con negocios a ambos lados, luego unas pequeñas escaleras que bajan a un malecón, después un poco de arena y ya el mar, décadas antes, tras ese primer camino, seguían más negocios y casas, luego otro camina y ya entonces sí la arena y mar.
Lo que menos importaba era el muro aún inexistente (el cual fue instalado en los 90s).
A los tijuanenses les tocó presenciar, primero, el boom turístico de los 60s con el antiguo malecón, sin saber que también paulatinamente serían testigos de cómo el mar se “comería” las antiguas viviendas o “inversiones de vida” por marejadas, las cuales comenzaron en los 70s y concluyeron su gran labor de limpia en los 80s, tras uno de los periodos de lluvia más intensos.
Diría que sólo de vez en cuando en épocas modernas, generaciones más jóvenes recibimos vistazos de un viejo mundo cuando la marea baja muestra alguno de los cimientos que sobreviven a la fecha, ocultos en las olas, pero las ocasiones en que el mar se ha andado “comiendo” el malecón actual y que personas abandonan preventivamente sus inmuebles son cada vez más frecuentes como para saber qué augurar.
Falta rato para que llegue el 18 de septiembre, fecha en que el Instituto Nacional de Estadística (INE) celebra el día mundial de las playas, para “resaltar la importancia de cuidar y mantener limpios estos espacios para su disfrute”. No obstante, no tiene que llegar tal conmemoración para recordar que esos pronósticos recientes han revelado que para finales de este siglo la mitad de las playas del mundo podrían desaparecer, así como en la actualidad nos seguimos enterando de tantas islas tropicales y costas que están dando sus últimos respiros. La naturaleza no perdona… ni se espera al calendario humano.
De todas las notas periodísticas en torno al artículo, quizás lo que más me atrapó fue una declaración hecha por Young, uno de los científicos que en realidad no participaron en el estudio, pero cuyas declaraciones en torno a esa publicación de marzo de 2020 conversan con la eterna finitud de la arena.
Es casi seguro que a las costas bajacalifornianas no nos llegue un maremoto (como los que en distintos años hemos temido, y que en teoría no podría pasar por nuestros metros sobre el nivel del mar) y lo más intenso que continuemos viviendo sean oleadas de turistas o -tristemente- fugas del drenaje (otro tema pendiente en las playas de BC), pero es melancólico darse cuenta que incluso sin grandes desastres naturales inmediatos, otro día, en un futuro demasiado próximo, seamos la siguiente generación en explicar que no hace tanto tuvimos también playa.
Referencias
Vousdoukas, Michalis I. et al. “Sandy coastlines under threat of erosion”. Nature Climate Change (10): https://www.nature.com/articles/s41558-020-0697-0
Kann, Drew (2020). “La mitad de las playas del mundo podrían desaparecer para fines de siglo, dice un estudio”. CNN Español: https://cnnespanol.cnn.com/2020/03/03/la-mitad-de-las-playas-del-mundo-podrian-desaparecer-para-fines-de-siglo-dice-un-estudio/