Territorio desconocido cuenta con los ingredientes que toda novela juvenil debe contener. Tiene ritmo, homogeneidad, y no te incita a leer deprisa, no te promete nada en la página siguiente, sino que se limita a narrar los hechos de forma natural.
«Luego, otra vez silencio. Y esa sensación de culpa que Diego muchas veces no podía sacudirse de encima. Culpa por el distanciamiento, culpa por el olvido, culpa por mirar a otra parte».
Luis Leante se pone una vez más el traje de investigador para recabar testimonios con el fin de reconstruir un suceso que no ha podido olvidar. Tenemos, pues, dos voces, la del narrador por un lado y la de los entrevistados por el otro.
«Para Diego, los años del instituto habían sido los mejores. Para Isa, seguramente también. Pero ¿qué pasaba con Tomás desde que se había apartado de ellos, o desde que se habían apartado de él?».
La prosa es directa, sencilla, precisa. El discurso de los interrogados es espontáneo. Todo en la historia fluye con esa naturalidad mágica que solo está al alcance de unos pocos escritores.
«Para Tomás Valverde, según Diego, entrar en el instituto había sido como entrar en la jungla. Aquel lugar no se parecía en nada a la escuela: allí todo el mundo iba a lo suyo, incluso Isa y Tomás».
Me ha gustado mucho el tono de un texto que pretende y consigue la sobriedad que la historia requería. Se aparta el autor de cualquier empalago para ofrecernos un libro que sabe a manzana.
«Cada vez los veía menos, apenas en los recreos o a la entrada y salida de clase. Ya no quedaban fuera del instituto con la frecuencia de antes. Al cabo del tiempo ya no quedaban nunca».
La puntuación es clara, raya cuando habla el interrogado, comillas cuando es el narrador quien reproduce diálogos, y siempre latente la sensación de que ese narrador en tercera persona está más cerca de lo que parece.
«Desde primero se fueron formando los grupos de nuevos amigos e incluso en el patio cada grupo tenía su sitio. Tomás empezó a hacerse invisible. En realidad, lo había sido siempre, excepto cuando se reían de sus cosas, con maldad o sin maldad; la diferencia es mínima».
Luis Leante termina de dar salida al periodista de investigación que lleva dentro, ya lo hizo en Annobón de forma brillante, repitió método en Maneras de vivir, en esta ocasión rozando la perfección de una forma descarada, y reafirma la marca de la casa con este Territorio desconocido.
Una novela que todos los jóvenes deberían leer.
Un autor que sigue sorprendiéndonos.
Literatura para todos los públicos.