Una periodista de Teherán llega a la ciudad sagrada de Mashdad para investigar el caso de un asesino en serie que estrangula prostitutas. A partir de esta premisa basada en un caso real, el director iraní Alí Abassi elabora una historia sobre la misoginia y el fanatismo religioso; y añade a la fórmula del “cine sobre crímenes” una dimensión social: el papel de la mujer en un país conservador.
Dentro de la película se mencionan más de una vez los tintes políticos del caso; esto no es fortuito, la película misma es una declaración de principios desde el exterior de Irán. En las últimas décadas, Europa ha recibido a cientos de miles de migrantes y refugiados provenientes de países en conflicto en Medio Oriente y África. Parte de la diáspora que se ha nacionalizado en Europa ahora mira con distancia las prácticas represivas que se siguen cometiendo en algunas regiones; como respuesta a veces recurre a la ficción para colocar en su justa medida un problema no resuelto.
Alí Abassi acierta cuando, en lugar de abordar la cuestión desde, por ejemplo, un documental, decide crear una historia ficticia, porque consigue que su trabajo alcance un público diferente. Como resultado de la denuncia (porque lo es) la actriz y protagonista Zar Amir Ebrahimi ha recibido una ola de amenazas por parte de extremistas. El fanatismo de la ficción así alcanza la realidad.
El asunto me recuerda la palabra “fatua”, de ominosa interpretación en occidente a raíz de lo que ha vivido el escritor Salman Rushdie desde 1989, quien fue amenazado de muerte por ofender la doctrina islámica en su libro Los versos satánicos (1988). El libro, además de gracioso, resulta interesante por su narrativa lúdica; sin embargo, quizás no habría tenido repercusión entre el gran público (lo que sea que esto signifique) si no fuera por el aura transgresora que lo rodea. No es el caso de Holy Spider, que a pesar de ello no ha evitado la condena del gobierno iraní, el cual amenazó con tomar represalias entre los involucrados al interior de su territorio. El atender esta situación, tanto en nuestra realidad como en la ficción, ya es motivo suficiente para ver la película.
Post scriptum: no quisiera, por lo que anoté antes, dar la impresión de que se trata de una obra que sacrifica su narración en pos de su ideología. Abassi sortea ese abismo y consigue un relato que genera una tensión incesante, incluso cuando el asunto parece concluido. De esta manera, hace honor no solo a las grandes películas de asesinos como Zodiac o La casa de Jack, sino también a la ya cimentada tradición nórdica de historias policíacas cuyos representantes, Henning Mankell, Camilla Lackberg y el libro La chica del dragón tatuado son solo la punta de lanza.
Me queda pendiente escribir sobre la anterior película de Abassi. Queda esto escrito con promesa futura.