No cambias las cosas combatiendo la realidad existente.
Cambias algo construyendo un nuevo modelo que hace el modelo existente obsoleto.
Buckminster Fuller
La más grande revolución que nunca antes la historia de México ha registrado, está a punto de suceder, si no es ahora, el yugo de los oprimidos regresará a esta tumba perdida y olvidada, donde lee aquel ruin, cruel y oscuro epitafio: Aquí yace el mexicanismo que por no sacrificar su alma, perdió lo más sagrado, su libertad, de pensar, de hacer, de vivir.
El actual escenario político está sacando lo peor –como en cada elección-, de nosotros. El único problema que aquí radica es que, entre más se acerca el primero de Julio, más y cada vez más mexicanos pierden la noción de lo que en realidad importa. A ellos, quienes se han apasionado por un candidato o un partido, los mueve la euforia, la emoción, el coraje, el fanatismo. Sentimientos que solo rompen la cohesión social.
Pero, ¿qué es eso lo que más importa y, porqué pocos hablan de ello? Lo que realmente importa en esta elección versa sobre varios puntos: el Proyecto de Nación, la acciones para incrementar el empleo bien remunerado, la disminución real de la desigualdad social en nuestro país, el reconocimiento universal de los Derechos Humanos, pero sobre todo esto, lo que está en juego, nuestra democracia.
En esta, la elección más importante en nuestra historia democrática, varios factores alteran lo que pudiera ser una democracia representativa de oposición. Por una parte, existen los actores antagónicos que defienden proyectos de corte conservador o neoliberal. A esto, debe sumarse la unificación de algunos inversionistas para defender proyectos nacionales y, otros para cuestionarlo.
Los mexicanos merecen en esta jornada electoral un bagaje amplio de opciones y oportunidades, en donde la decisión de quién será el próximo presidente sea de manera razonada, libre, secreta y universal. Por desgracia para unos y fortuna para otros, las noticias falsas han hecho y harán su trabajo: desinformar a la gente.
Por un lado, la desinformación provoca una crisis psicosocial en el electorado que, al replicarse, afecta de manera proporcional la veracidad de ciertos candidatos o propuestas, por ejemplo: poco puede analizar y cuestionar un ciudadano que nada ha escuchado de la amnistía, pero mucho puede replicar cuando a este se le presente información gris explicando que, la amnistía consiste en sacar a los narcos y delincuentes a la calle. ¿Poco real, no? Bueno, curioso es que, en este país con tanta y tantos medios de información, poco informados estamos.
Dar por cierta o falsa una noticia, de facto, sin investigar, analizar y revisar más información puede ser el error más trágico que puede suceder en estos momentos. Lamentablemente, existen bases partidistas y sociales que, sin más ni menos, se dedican a eso. Hay personas cuyo trabajo consiste en alertar sobre el futuro de nuestro país si equis candidato gana.
Por otra parte, la desinformación puede construir ideologías, sentires o símbolos tan apasionantes que, cegados de la realidad política/social, estos seguidores pueden hacer una llamado a la violencia o peor aún, incentivar al odio y al delito.
Ocurre que, existen personas cuya trayectoria política, social o profesional, está basada en la polémica, en lo que vende, en lo que equis tipo de público quiere escuchar, leer o ver, los hay quienes insultan a las mujeres y colocan adjetivos con el fin de justificar un acto de violencia, los hay quienes mediante twitter hacen el llamado a atacar a un candidato, los hay de todo un poco, pero finalmente, amparados en el derecho de la libertad de expresión, ellos crean un país lúgubre que, lejos de informarse, se desinforma, odia y rechaza.
Frente a cualquier señalamiento de odio, discriminación o imparcialidad, los mexicanos debemos de construir un sentir nacional, ese sentir que nos lleve a por fin sentirnos uno mismo, ese sentir que acabe con las ideas elitistas, ese sentir que no incite al odio por el simple hecho de no pensar como todos.
Hay simpatizantes de equis partido que, confiados de sus acciones y estrategias, consideran que, este primero de Julio, ganarán. Hay quienes, resignados en esta contienda, buscan construir un dialogo ciudadano. Hay quienes quieren acaparar todo el reflector político y no miden el poder de sus palabras, sus tuits, sus redes. Hay quienes solo quieren ganar, sin importar nada, y tal parece que, frente a una posible derrota, están dispuestos a perderlo todo en un solo movimiento.
El país necesita una revolución, pero una revolución de conocimiento y con información, una revolución en donde los jóvenes sean tomados en cuenta, en donde las organizaciones de la sociedad civil sean incluidas; una revolución en donde la comunidad de la diversidad sexual tenga voz, rostro y voto. Una revolución en donde a las mujeres se les reconozca el lugar que por años han merecido.
Que en esta revolución de conocimiento, los mexicanos salgan con la información y el deseo de ser representados como únicas armas, que el único ganador en esta pugna por la democracia, sea nuestro país.
Imagen: https://bit.ly/2KIWyX9