Las grandes empresas norteamericanas, japonesas y rusas usan de 8 a 12 mecanismos de protección para sus sistemas informáticos. El problema es que en el resto del mundo las medidas de seguridad van disminuyendo según la región y el país. El escalafón de defensas decrece en virtud de los medios económicos para hacerse con elementos invulnerabilidad, hasta llegar a las computadoras de hogar, las cuales, a lo mucho –en general- cuentan con acaso un antivirus y nada más. Lo cierto es que los virus encuentran en ese sector “desprotegido” un lugar ideal para realizar sus ataques.
No es que signifiquen un mercado potencial ni real para hacerse de recursos ni dar “golpes” al sistema. Sino más bien constituyen, en primer término, un sector de prueba y error, esto significa que dicha zona (empresarial u hogareño) servirá para realizar ensayos sobre las posibilidades y niveles y determinar a qué velocidad y con qué efectos se propagará un nuevo virus.
Después de que estos sectores se han convertido en zonas de pruebas de los virus equivalentes a bombas nucleares, viene la segunda parte del plan: utilizar dicha región como puerta principal para los grandes medios de seguridad como lo son las empresas norteamericanas, japonesas o rusas.
La mayoría de estos virus informáticos tiene como objetivo recabar la información de la computadora, simulando una actividad ordinaria. Pero también pueden inhabilitar un equipo. En el mundo de la comunicación en el que vivimos, quedarse temporalmente sin equipos informáticos retrasaría a la empresa respecto a la competencia.
Además, la divulgación de información como secretos comerciales, seguridad o cualesquiera otros, pueden significar la muerte comercial. Por eso grandes compañías de antivirus se enfrascan en estas batallas contra los “terroristas informáticos” como les han llamado. Ellos conocen muy bien cómo operan los virus actuales.
Ya saben que los sectores como los hogares o empresas que no poseen una buena defensa son el semillero de los virus más poderosos y reconocen que desde ahí se libran batallas para contener su propagación y desalentar la creación de virus de mayor potencial, capaces de vulnerar hasta las defensas militares de potencias como E.U.A., Inglaterra, Rusia, Japón o China. Un ejemplo de esto fue el virus “Wanna Cry” que hace un mes afectó a más de 200 mil computadoras alrededor del mundo. Aunque no vulneró a defensas militares, al menos que sepamos.
Parte de los resultados positivos de estos ataques se debe a la falta de cultura del uso correcto de antivirus. Lo anterior, propicia que en las computadoras hogareñas se use un solo antivirus, sin caer en cuenta que actualmente estos sistemas llegan a ser compatibles con más de dos sistemas de antivirus, o en su defecto, basta la configuración de los mismos para que operen correctamente sin generar dificultades al equipo.
Otro aspecto es el que todavía al día de hoy los usuarios siguen cayendo en sencillas tretas como dar “click” en links falsos que por lo general llegan a correos electrónicos, mensajes de WhatsApp o de texto y que sirven de puerta para los virus.
En cuando a lo que respecta a celulares, la cuestión se encrudece un poco. En la semana pasada se reportó que en los celulares Android llegó a aparecer una variante del virus “Wanna cry” llamado “Wannalocker” que encripta el equipo y solicita 6 dólares para su liberación. Increíblemente, varios fueron los teléfonos afectados. Hasta la fecha desconozco un comunicado oficial de este segundo ataque, lo cierto, es que la cultura de la protección informática continúa por los suelos, esperemos que las campañas de concientización en las redes sociales sirvan para mejorar en este aspecto.
Un tema que preocupa es que, de continuar alentándose la creación de virus, podríamos ser víctimas de un apagón generalizado, pues los expertos han reconocido conocen muy bien cómo operan los virus actuales, el problema son los virus futuros, de los que se puede esperar cualquier cosa.