Quizás uno de los primeros rasgos que llaman la atención en la película del director rumano Radu Jude, Sexo desafortunado o porno loco (2021), sea que fue filmada en la pandemia de COVID-19.
Durante las escenas en exteriores los personajes utilizan mascarilla y toman medidas de distancia. Pero sus principales virtudes no se encuentran en el entusiasmo por hacer cine en tiempos difíciles, sino en su estructura y en la forma de abordar el tema de las imposiciones tabú que surgen en la sociedad:
Un video para adultos casero se filtra en internet. La protagonista del video y de la película, una maestra, pronto es señalada por los padres de sus alumnos, quienes exigen una reunión para tratar el tema y retirarla de su cargo. La profesora vaga por las calles de la ciudad e intenta arreglar el problema infructuosamente. El enfrentamiento con los padres de familia deviene en caos, irreverencia y desconcierto.
Si bien, la idea central, la filtración de un video con relaciones explícitas, resultaría en drama para otro tipo de historia, la dirección de Radu Jude consigue crear una comedia ácida. No de carcajada fácil, sino con un humor negro, sardónico, doloroso. Porque ese es el tipo de humor que permanece, que se introduce en las ideas y resuena cuando nos alejamos.
Salvo por lo explícita que llega a ser, por momentos recuerda al tono de algunas películas de Aki Kaurismaki: largas secuencias en donde el humor surge en el contraste entre la seriedad y la ridiculez.
La película no sigue una estructura convencional. Se divide en tres actos principales, un prólogo y tres finales.
En el prólogo se nos muestra sin ningún tipo de censura el video que graba la profesora. En la primera parte asistimos al viaje de la maestra a través de su ciudad. La segunda, presenta un diccionario de términos que combina imágenes con narración. La tercera, es el juicio de la maestra, con padres militares, acosadores y mojigatos incluidos. Y los tres finales responden a posibles escenarios; el último, por frenético, corona una película que pone el dedo sobre la llaga en lo contradictoria y profundamente injusta que suele ser la humanidad.