Ya estamos en proceso electoral y los medios de comunicación no han dejado de saturarnos con la idea de que el 2018 será un año muy importante para México, ya saben, el mismo discurso de cada año electoral.
Los partidos políticos nos saturan con su típico eslogan: “Nosotros somos el cambio” o “Volvamos a hacer historia”, entre otras pantomimas recicladas para cada elección. Eso sí, sexenios van y vienen, los políticos cambian pero la situación del país viene a mayor detrimento. Es realmente triste ver cómo ha empeorado la situación del país en menos de una década, pero eso sí, los diversos presidentes señalan que su sexenio ha sido mejor que los anteriores. Y el chiste se cuenta solo.
Pero creo que aquí yace nuestro grave error. Hemos deificado nuestra política y a sus personajes, dándoles poderes casi divinos. No voy a quitarles sus responsabilidades a nuestros políticos, pero creo que tampoco debemos olvidarnos de las nuestras. Extendemos las manos para que el todopoderoso gobierno nos dé a manos llenas pero, ¿qué compartimos nosotros?
Veamos, nos quejamos de la violencia que sacude a nuestro país, de que nuestras autoridades no hacen nada o son cómplices de los criminales sin embargo, ¿qué hacemos como sociedad? Somos consumidores de la llamada narcocultura, llámese narcocorridos, series, películas, etc. Nos quejamos del encubrimiento del gobierno a los delincuentes olvidándonos de todas aquellas personas que, cuando capturaron por segunda y tercera ocasión al Chapo Guzmán, salieron a las calles a protestar por aquella detención, sin olvidar de las muestras de apoyo entre pancartas, memes y demás muestras de afecto donde mostraban el mensaje “Chapo para presidente”, por poner un ejemplo. Pero todo es culpa del gobierno.
Nos quejamos de la ignorancia de nuestro presidente, irónico que en un país que poco o nada lee se le exija a su gobernante que lo haga. Seamos honestos, ¿cuántos libros lees a la semana, al mes o al año? ¡Ojo, dije leer y no comprar! A los políticos les llamamos corruptos, traidores y tontos. Pero mientras nosotros le damos un “tostón” al oficial de tránsito para evitar la multa, los políticos se embolsan grandes fortunas. Entonces, ¿quién es el tonto y el corrupto?
Preferimos comprar las películas “clon” que cuestan 10 pesos a comprar una original, alegando que son muy caras; pero estamos pagando un alto precio al comprar piratería, cuyas ganancias van a parar a las arcas del crimen organizado. No sólo nos ponemos la soga al cuello…¡La compramos!
Es cierto, nuestro gobierno es corrupto e injusto, ¿acaso podemos decir que nosotros no los somos? Cuando vemos algún acto de injusticia callamos, exigimos el silencio de los demás porque nos molestan. Nos resulta más fácil “acelerar” a la burocracia dándoles una “mordida”.
Hace un par de días celebramos la fecha la fecha más importante que tenemos como nación: nuestra independencia. Más allá del simple hecho de la independencia, fue una lucha contra la tiranía del mal gobierno, donde hombres, mujeres y niños lucharon con la esperanza de tener un mejor porvenir, construido por ellos. No esperaron a que las autoridades decidieran hacer cambios tajantes por el bienestar de la sociedad, no, fue la masa la gran artífice de esta nación buscando un mejor futuro… ¿acaso habrán querido un México como el que hoy tenemos?
Mexicanos, hoy es un buen día para rebelarnos, pero no con armas sino con acciones justas. Ya no corrompamos a los oficiales, no busquemos “atajos”, cumplamos las leyes. Quieres gobernantes mejor preparados, entonces lee, prepárate y edúcate. No esperes que el gobierno le dé cobijo y alimento al necesitado, tampoco esperes a que solucionen todos los problemas, sé sensible a la necesidad de tu hermano, busca ser parte de la solución. Ya no consumas drogas, piratería ni nada de la narcocultura, ten otro modelo a seguir. Recuperemos los valores, cívicos y/o religiosos.
Mis estimados lectores, no veamos en nuestros políticos aquella esperanza, seamos esa esperanza; no esperemos hasta el 2018 para realizar un cambio importante en nuestro país, podemos hacerlo hoy y todos los días.
Vayamos en pos de un mejor porvenir.