«Amanecimos con la demanda de democracia enredada entre las armas.
Justamente lo que nadie deseaba, lo que muchos temían”.
Rosa Albina Garavito Elías.
Resulta incómoda la idea de ser uno de los presidentes con mayor confianza y legitimidad en llegar al cargo en la historia de México. Incomoda porque en tiempos de campaña se tuvieron que afianzar y fortalecer los lazos entre ciudadanía, ideales y promesas. Incomoda porque incluso en el camino a la presidencia el Lic. Andrés Manuel López Obrador, ya tenía pequeños obstáculos que el tiempo y sus acciones le cobraría.
Con respecto a esos pequeños obstáculos se encuentra la importante presencia del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) quien desde ya su fundación en 1983 y su declaración de guerra al Gobierno Mexicano el 1 de Enero de 1994, se ha convertido en promotor y defensor de los pueblos indígenas, sus culturas y sus tierras.
Sin embargo, en el pasado proceso electoral, el EZLN fue un actor decisivo para las diferentes comunidades indígenas puesto que a través de su Congreso Indígena de Gobierno se nombró a la médico nahua María de Jesús Patricio Martínez como su aspirante por la vía independiente para ser representados.
Así pues, la postulación de Marichuy representaba no solo la necesidad política de visibilizar en el escenario electoral al sector indígena sino que, ningún candidato o partido político había recogido las verdaderas y reales necesidades de las diferentes regiones y comunidades indígenas del país.
No obstante es importante señalar que una vez embestido como Presidente Electo, el Lic. Andrés Manuel promovía ya la Consulta Nacional por el NAIM y el de proyecto de Santa Lucia, posterior a los resultados se anunció la consulta de otros proyectos entre los que se destacó el Tren Maya, este proyecto llamó la atención del EZLN porque dicho proyecto no solo no cuenta con estudios de impacto sino que además existe la posibilidad de despojo en tierras indígenas.
En otras palabras, los proyectos de infraestructura que propone el Presidente del Gobierno de México requieren de un sustento legal con perspectiva ecológica y la máxima protección de los Derechos Humanos. No existe mayor responsabilidad para quién hoy ocupa el Poder Ejecutivo que la garantía de quienes le entregaron el bastón de mando.
Ahora bien, dentro de la discusión respecto a la pertinencia de continuar con este tipo de proyectos surgen diferentes interrogantes, cuya necesidad de responder incrementar con los días, ¿para qué sirve un EZLN en los gobiernos? ¿Qué tanto puede o no hacer un gobierno con sus tierras? ¿Cuándo se determina la necesidad de un diálogo? ¿Puede el EZLN frenar más de un proyecto del Gobierno de México?
Un EZLN sirve para dos cosas, por un lado para la defensa y la insurrección de los pueblos originales de éste país, defensa e insurrección necesaria, porque en la historia de México pocos políticos recuerdan que son pueblo. Por otro lado, sirve para recordar y visibilizar el otro México que pocos ven o recuerdan, el México pobre, de carencias, de injusticias pero harta cultura y valor.
Un gobierno que presuma su ser democrático no puede hacer antes de saber. Es decir para cualquier proyecto que se pretenda realizar se requiere de la participación de múltiples mesas de trabajo y espacios de participación en donde converjan académicos, expertos en materia, sociedad civil y ciudadanos. Cuando todas las voces sean escuchadas, y solo entonces, el gobierno sabrá qué puede y no hacer.
Así mismo, el diálogo será siempre necesario cuando existan fuerzas, grupos, ideales que vayan en contra de los propuestos o seguidos por el gobierno en turno. La existencia de los grupos de choque o polarizadores reside esencialmente en el hecho de no proporcionarles un espacio para ser escuchados, porque incluso en el escenario actual, se puede negociar.
Ahora mismo el EZLN ha retomado fuerza en el escenario político, la opinión pública está lista para analizar las posturas de gobierno y sociedad. Como se ha dicho repetidamente, son las fuerzas opositoras las que a través del dialogo y los pronunciamientos públicos logran los mejores escenarios para la actuación política. Si el EZLN logra frenar la construcción del Tren Maya, ¿cuántos proyectos más no podría otro sector de la sociedad frenar?
Porque debemos construir un país justo, democrático y sin mayorías aplastantes en donde el Presidente de México represente a cada uno de los mexicanos; un Gobierno que junto con la sociedad construyan el camino por el cual tengamos la oportunidad de crecer y cambiar política, económica y socialmente; un país en donde haya espacio para todas las ideas y las formas de expresión de nuestra libertad.