A orillas del lago de Chapala, el 26 y 27 de octubre pasados, 13 poetas y seis educadores ambientales participaron en el 1º Encuentro del Occidente de México sobre Poesía y Naturaleza, organizado por la Maestría en Educación Ambiental de la Universidad de Guadalajara.
La Maestría considera a las artes en general como una fuente de recursos para transmitir información y conocimientos de la naturaleza. Esta vez se buscaban elementos con que construir herramientas útiles para aprovechar las virtudes de la palabra poética y enriquecer las prácticas educativas con fines ambientales.
Poetas de cuatro estados (Aguascalientes, Colima, Jalisco y Michoacán) y educadores ambientales de otros cuatro (Ciudad de México, Jalisco, Nayarit y Veracruz) debatieron en un taller de diálogo a partir de un documento elaborado por cuatro participantes en un proyecto de investigación.
Dicho documento se redactó con base en las respuestas a cuatro preguntas básicas, después de leer obras de poetas de los cuatro estados mencionados y localizar en ellas los poemas referentes a la naturaleza. En el ejercicio se tomó en cuenta a los lectores antes que a expertos en poesía, con el fin de propiciar un diálogo directo entre los invitados al Encuentro.
Y así sucedió. Confortablemente hospedados en un hotel de jardines muy bien cuidados y con un cerro tupido de árboles verdes como paisaje, poetas y educadores ambientales abordaron el documento por partes, en varias reuniones plenarias dedicadas al intercambio entre ambas perspectivas, disfrutando la hospitalidad de los organizadores, con buenos alimentos y mejores bebidas.
El programa incluyó la conferencia Descripción de la región del occidente del país con el periodista Agustín del Castillo, documentada en sus libros La primavera en llamas (Comisión Nacional Forestal, 2006) y el libro electrónico Arterias de vida) dedicados a los bosques y los ríos de la región, respectivamente. El autor recorrió algunos de los sitios más afectados por la contaminación ambiental y subrayó la importancia de convertir los problemas reales en programas públicos, con recursos y estrategias viables.
Las cuatro preguntas básicas interrogan sobre los fines de la poesía escrita en la región ante la actual crisis ecológica, la posición social de los poetas en ese contexto, el tipo de mención y los rasgos particulares de la naturaleza en los poemas leídos. Así, los invitados dialogaron durante día y medio desde las perspectivas de quienes escriben poesía en un puñado de ciudades en una región concreta del planeta y quienes practican la educación ambiental atentos a la situación de esa región en términos ecológicos.
Las respuestas a las dos últimas preguntas provienen de la lectura de 2 726 poemas en 71 obras y apenas hubo discusión al respecto. En cuanto a la tercera, los lectores de las obras poéticas asignadas identificaron siete posibles respuestas: la naturaleza como cosmos y gran organismo planetario; como dolor, oscuridad y muerte; como luz y vida; como ecosistema en crisis por los humanos; como esencia de nuestra especie; como amenaza y como parte del cuerpo humano. Las respuestas a la cuarta pregunta forman una lista de espacios que trazan el mapa de “una zona de transiciones ecosistémicas de no muy grandes contrastes, pero diversa”.
En cambio, las dos primeras provocaron una discusión más animada; las respuestas tocan la responsabilidad del poeta con respecto a su obra y su entorno; ponen en evidencia el aislamiento en que trabajan. Pero también revelan la importancia de las múltiples formas en que la naturaleza está presente en la poesía y en la vida de los poetas. Esa individualización la vuelve accesible, transformada en cultura, diálogo, palabra viva.
La misma con que se pidió hacer un segundo encuentro, próximamente.