Poemas de José Germán Solórzano Hidalgo

 

De vez en cuando se vale

 

Se vale el rocío

en las laderas de la rosa,

plumas de colibrí

en el tornasol de la arena,

reflejos mudos en el agua.

También cristales donde las sombras

reflejen almas olvidadas,

de vez en cuando.

 

Se vale tener de vez en cuando

el universo en las cuencas,

con estrellas, polvo y galaxias.

Poseer vehemencia:

aliento donaire que es brasa de hoguera

-palparla en la boca del estómago es la doctrina-.

 

Escape el diente de león al olvido,

se vale,

y en la huida acaricie labios, crisantemos, copos de nieve,

horizontes engarzados a sollozos,

que acaricie incluso al vaho sanador de las mañanas.

Se vale implícito en los ojos

un sentimiento de exultante sutileza

que nos abrace cada tarde.

 

De vez en cuando,

ya que todo se ha mirado,

se vale estar o no estar en este tiempo,

decir te amo a puño cerrado,

abrazar al silencio en silencio

y callar a besos ánimas ocultas.

 

De vez en cuando se vale la soledad

muy dentro de las campanas que suenan y resuenan

con profundo eco en los ojos.

 

¿Este presagio, se vale?

 

 

 

 

Algo cambia, algo en el pecho

Para aquel que lo puede todo…

 

Hay rocas que ebullen con la furia de mil huracanes en mi pecho,

gaviotas que traspasan oscuridades de mis manos,

murmullos que inclinan la mirada,

un temporal de frutas invencible

e inmensos torrenciales de hojarasca.

 

Cambio como cambia el norte,

su frío invade resquicios en mis hojas,

congela ojos del ojo que lo mira todo;

en las tardes de temples álgidos

cambio soles por ducados austeros

para adherirlos al rostro

y hacer auroras con la luz que desatan.

 

Hay estambre en el pecho

suficiente para zurcir el horizonte al vértigo,

inventar plumas de colores,

incluso tallar a viento esferas descomunales

que servirán para arropar silencios

después de tatuarlos en la frente.

 

Algo cambia en mis plumas,

ya no encuentran nido en el viento,

repelen insignias encontradas en cada esquina.

Algo cambia en mi pecho,

el flujo en mis venas es lava que se limita al rojo;

el semblante es diferente.

 

 

 

 

Aquella ave

 

Un pájaro desde aquel árbol observa.

¿Qué preguntas lo azoran?

Dice:

Qué extraña criatura,

pocas veces aletea,

su canto es decadente, impropio.

 

Observa,

el sol inmenso en el piso,

las hojas que agitan la exhaustiva ausencia,

al viento entre remolinos de polvo

los pétalos en el calor sofocante,

las plumas de la bugambilia,

la paloma que anida la memoria,

sombras que huyen de la hojarasca,

voces entre árboles,

el ave sobre el pasto verde con el pico atormentado,

el adiós de la palmera,

la luz que no tiene nombre.

 

Pero insiste e insiste e insiste:

¿Qué rareza de espécimen,

su penitencia lo maltrecha?

¿A qué inútiles parvadas pertenece?

¿Qué tristeza se agrieta en sus ojos?

¿Acaso los Azores lo inmutan?

¿El tiempo lo inhibe?

¿Algún Dios le marca dogma?

¿Los rayos de la lumbre derriten su tiempo?

¿Hay anti piedras en el vértigo que lo silencia?

¿Un espasmo es su filosofía?

Tal vez esconde la mirada detrás de esa máscara

para evitar llamas azules

e invocar la noche de las cosas?

 

Me compadezco:

No se encuentra cóncavo en el espejo indeleble,

su trino elogia blasfemias,

en la frente no le caben más arrugas,

quizá el sudor que le escurre

penetre recuerdos inmaculados

o los pecados a cuestas

le impropien risas mal paridas,

los enigmas lo inquietan,

las gotas que le caen verticales

no sacian su rostro,

su andar es imperfecto,

las hojas en su pecho se indisponen,

lleva tatuado en su regazo lúgubres horas,

su vuelo no cabe en mi aleada;

soplaré un filamento para sus pasos inexplicables,

y un canto celestial para su júbilo cándido.

Sin duda,

esta especie es un aliento efímero.

 

 

Árbol solo

 

Se dice

que un árbol solo

es cuestión de viento recorrido…

 

Alto surtidor del viento:

espejo de sombras

que arquea su semblante.

Copo de sol

sobre la luz adherida a los crisoles.

Cabizbajo silencio

entre voces de hojarasca.

Torbellino de soledades

sin retorno al principio de las cosas.

Pétalo inocente

entre arboles erguidos a semejanza.

Fantasma entre las sombras del relámpago,

que viste soledad de etiqueta.

Puerta que se abre y cierra

al vaivén de las alas del pájaro.

Chorro rebosante de ámbar

para contener la vida

dentro de la vida ausente.

Soberbia ausencia

en la gramática del comienzo.

Elegante dios en la espera infortuna

de las plumas caídas.

Soberano de juicios emitidos

contra la noria.

Majestuosa estatua

que camina solo en línea al tiempo.

No hay canto que conmueva más

a las hojas retoñadas en sus raíces.

Su río se conmueve al pie de la fronda

cada invierno de luna,

se desliza sobre sueños subyugados

desde tiempos inmemorables.

Albornoz de su propia insistencia,

agita su melódica de aire,

danza entre enormes ráfagas que lo inquietan.

Brújula de los cuatro puntos cardinales

cuya investidura se asemeja sólo al horizonte.

Poesía deletreada sobre ramas entreabiertas,

con una escritura a media tinta o tal vez de tinta a media escritura.

¿Acaso libertad bajo palabra?

 

 

Semblanza:

José Germán Solórzano Hidalgo (24 de Noviembre de 1976; Tuxtla Gutiérrez, Chiapas). Miembro del Taller Literario “Syan Ka´an” de Bacalar, fundado por el Poeta Ramón Iván Suárez Caamal y actualmente parte de la Asociación Civil “Espiral Artística Colibrí A. C.” Es Licenciado en Educación Primaria. Sus poemas han sido publicados en algunas revistas tanto impresas como electrónicas, entre ellas “Trinchera” de Chilpancingo y “Tropo a la uña” de Cancún; periódicos como el Heraldo de Chiapas, Por Esto de Quintana Roo y en antologías como: “Desde los siete azules”, Bacalar, 2016; “Donde Nace el Oxígeno”, Cd. México, 2016 y “La estación de las espigas” haikú internacional, 2017; entre otras. Publicó el libro de poesía “Introspectum Vide” en 2105. Reside en Quintana Roo desde la niñez y actualmente en Bacalar donde se encuentra preparando otros poemarios, realizando actividades de promoción cultural y literaria como colaborador de la Casa Internacional del Escritor de Bacalar, Quintana Roo.