Lamentos
“Mi azul amapola”
Estoy anestesiada con el azul aguamarina de la melancolía;
esta llaga es un Sol color flor de granada que sangra:
asfixia lívida
bruma boreal
amapola azul visceral
Como láudano etéreo, los recuerdos se derraman y superponen en esta huida
¡a ellos ofrendo mis ojos,
capullos de azahar cubiertos de rocío!
“Diáfana asfixia”
Jazmín en abandono como sudario roto
deslíe mi llaga azul
con la saliva pálida de tu melancolía.
En el húmedo altar:
violeta imperial y venas de jade
que palpita debajo de tu lengua,
te ofrendo la Diáfana asfixia del condenado,
para inmolar, en su tibieza maculada
¡el Delirio del dolor!
(Una palabra del jazmín tuyo bastará para sanarme).
“Tulasí roto”
De silencio está henchida la garganta
y yo, engañándome, guardo ese clamor ahogado en un beso de nube ya maldito.
La rabia es un crisol que me calcina la nuca
empujando así los ojos mutilados por un llanto siempre hacia adentro.
Desde entonces es el odio envileciendo todo,
desollando el lirio sin tregua.
¡Oh, cómo me has condenado!
Cuántas migajas para el famélico que estira la mano asquerosamente invisible,
para quien se mantiene esperando pues no logra moverse de tan exangüe;
aquí las palabras que son carne, se pudren con la esperanza de ser alguna vez tulasí.
¡Estoy tan henchida por la hiel de la rabia!
Todo revienta hacia dentro,
yo, me quedo inmóvil con la quietud inmaculada del loto,
porque no sé llorar sino es hacia adentro;
por qué no sé llorar sino es hacia adentro…