Lluvia de soles
…entonces comenzó a llover soles
el invierno no duró nada
y su sonrisa escindió el mundo en dos:
los que boquiabiertos morían de pie
y yo,
que tenía su sonrisa tatuada en la retina.
El niño nube
No es sólo por escribir
ni nada parecido
no hablaré de cosas que conozcan
que se hayan dicho o no antes
no es la historia de la humanidad
ni las historias de abuelos
invencibles abuelos
miserables de cientos
y miles de batallas
he de contar
la sencilla historia
del vendedor de papasfritas
del adolescente robusto
que lloraba magdalenamente
en la jardinera
de una avenida cualquiera
e inundaba su canasta
y por los agujeros
dejaba caer cataratas saladas
luciérnagas transparentes
que abonaban el pasto
Será la historia concreta
la que carcome mis pupilas
que no negocia con mi desvelo
o con esa fría tarde de domingo
que bien pudo haber sido martes
Dícese de un niño-hombre
que bajo la lluvia
se deshilachaba
como quien pierde la inocencia
y por fin se da cuenta
como quien avería
la máquina del tiempo
quien pierde su boleto
al jardín del edén
pero sencillamente
uno no se puede acercar
a preguntar sin convertirse en río
no cuando duelen las rotondas
los habitantes redondos
las prostitutas y su humo
no,
uno guarda una dolorida distancia
porque tal vez
el niño-hombre, el hombre-niño
llovía porque olvidaba lentamente
el nombre de su madre o el arco de sus cejas
o se le habían caído un puñado
de monedas plomas a la alcantarilla abierta
quién sabe,
quién podría saberlo
por eso preciso contarles su historia
esa que no conozco, que es otro enigma
esa historia que intento deducir
esa que me revolotea noche día
esa que sangro destilado
por los agujeros de su canasta
Esta historia que cuento
Para salvarme a nado
del diluvio del niño nube
Para el silencio
Ha olvidado cantar
su lengua se desgrana
ante el infortunio
de vivir para el silencio,
de ofrecer palabras,
monosílabos,
cifras ínfimas
a quienes sí cantan:
¿cuánto cuesta?
¿tiene de otro sabor?
No canta,
tararea o silba
con su mordaza incolora
ajustada a sus canas
A estas alturas
él lo sabe bien
la soledad
es una lluvia
que finalmente
nos moja a todos
Semblanza:
Quincho Terrazas, Joaquín Armando Terrazas Ibarra, nació en Bolivia el 6 de mayo de 1984, es psicólogo de profesión y poeta de afición, empezó a escribir a los 13 años pero recién comienza a exponer sus trabajos en 2004 para un concurso de poesía universitaria organizado por la UAGRM, concurso en que obtiene una mención de honor . Ha participado en las revistas independientes “Cien de cien”, “Hematíes del alma”, “SC Fanzine” y la revista digital “Agitprop”. Actualmente es administrador en la página de Facebook “Poetas Bolivianos” colectivo de difusión de poesía nueva en el país. Co organizador de más de dos años de eventos mensuales de lectura poética libre, co organizador del “World Festival of poetry” el 2014, talleres de poesía y edición de la revista artesanal de difusión gratuita “OJO EN LA TINTA”. Ganador del 1er lugar en categoría poesía en la Expociencia 2014 de la UAGRM. Ha publicado en coautoría con Valeria Sandi los poemarios “1” (2013), “Ambidiestros” (2014), “2” (2015) y en solitario “Onirismos” (2015) publicado por Ediciones Jota. Invitado al festival internacional de poesía en el marco de la Feria del libro Santa Cruz – Bolivia, 2016, Es miembro del taller permanente de poesía “POETANGAS” dirigido por Gustavo Cárdenas Ayad y Juan Murillo Dencker.