Poemas de José María Flores

2 manzanas 

Un caballo triste

el anochecer

son lo que podría ser un fantasma. 

Dibujo signos sobre el párpado 

como si le explicara a un sordo: 

—Esto es el silencio.

Formular dudas, 

sentir una sombra dejándome

a resolver solo el crucigrama, 

el dilema de las cifras

ahorcado en el dintel. 

Abarcan poco trecho las manos huecas

para servirle de algo al reloj. 

El reducido espacio 2 x 2

comprende imaginarios jardines 

que, oliéndolos, sabríamos reconocer

si todo no se pudriera

por nuestra infame costumbre

de comernos las manzanas.

Contemplación del hormiguero 

Instantáneas en llamas. 

Un percance: el jilguero insólito

y sus dos caras diagonales.

El sablazo blancura mansa.

Princesa táctil o brasa. 

Pertinencia a orillas del cero.

Intersticialmente, escribo. 

Joya de fiebre no:

                       abeja la musa. 

Exhumación alada

Han cambiado las plantas de lugar, lo sé.

Han olvidado contar bien. 

Quince aves, entre palomas y colibríes,

ocupan el área verde. 

Soñamos la otra noche que vendría 

cuando un rayo se adhirió como tizne a la pared

y entonces, al unísono, dijimos:

                              —Ha vuelto. 

Con palas, incluso palas

tentaron la bolsa negra.

Muchas veces han podido 

sacar deshecho su cadáver. Es fácil.

Centímetros por debajo, 

solo hurgar en la tierra. 

Oiremos cantar una flor

Sin que nadie lo desee.