Poemas de Góngora Balán

Tres visiones joteriles

 

  1. Odiséica

 

Mira cómo se arruinan los maricones.

Mira cómo ellos mismos buscan su cogida.

Mira cómo celan las formas y contornos:

cómo guardan la boca en O ante la muerte

como culo abierto para su última cogida.

 

Hijo, tu destino debió haber sido otro.

La calma resignada en el hogar.

El abrazo tierno de la esposa.

El futuro hijo viril y su púdica mujer.

Los nietos con el tiempo.

 

Tú no debiste haber nacido maricón,

con la cola pronta y la mano quebrada

para elevar los árboles perenes

en donde las pájaras gritan más alto.

 

Tú no debiste rumiar en las cantinas,

apostar que las miradas rompemadres

necesitan a veces desbaratar sus anteojeras.

Porque antojeras es lo que presentías tú.

 

Y te los cogiste a todos.

A los pescadores, a los albañiles, a los choferes y a los lacras.

A los que no pudieron contener el último chorro

de cerveza entre los labios. Porque su lengua

era exacta para el tacto de otra miel.

A los que te robaron la cartera mientras te la mamaban en la calle.

A los que te sacaron la reata con asco después de coger.

A los que te quisieron halagar diciendo que eras lindo como un hijo.

A los que no te quisiste dar porque no eran de tu gusto, y aún así le guerrereaste.

A los que te aguardaron toda la vida en un rincón de un cuarto oscuro.

A los que te miraron en los cuartos oscuros mientras hacías florecer una luz

de la encarnada flor de silvestres nalgas. Porque parecía que predicabas una verdad.

 

Al que te pegó ladillas que te hicieron nuevamente púber bajo el filo.

Porque todo renacer implica agua, piedra y metal.

Al que te dio un par de putazos en el motel después de cogerte

y te avisó de otros peligros de la única manera en la que él había aprendido.

 

Al que fue tu último. O tus últimos viajes.

 

 

 

 

  1. Chichífica. Contemplación de los días

 

Múltiples son los días

que vanidosos y arreciados

se han dejado venir en mí.

 

Vérguicos días

de pitos sucios

que han tremolado

imprecisos

en el son

de mi corazón.

 

Días de púticamente

estar sentados

e irremediable-

mente esperando.

 

Con la boca apretada para no dejar salir nada de aire,

con la boca apretada para no dejar entrar nada de semen.

 

 

 

 

 

  1. Gimnásica. Contemplación desde el banco multiposiciones

 

I

Yo lo entregaría todo fácilmente. Habría de abandonarlo todo. Aún con quien no lo mereciera. Amaría y sería amado y despreciado sin siquiera merecerlo. Daría la gracia de la humillación. El pecho juvenil tiernamente labrado para la humillación. Las horas royendo el cuerpo bajo otra forma de su ser. El agua clara. La clarísima agua que viene de profundo como de una cueva. La terrible agua llena de voces y cavernas que riachuela por un poco de calor, y haya afuera. Agua como deseo. Que se entrega al otro que igual sueña con el tiempo que purifica las formas y contornos.

 

II

Yo lo entregaría todo. Me cogería a los feos y a los putos. A los machos y a los gordos. A los chacas y a los maricones. Porque furioso les miré los pitos buscando amor y fui despreciado por feo y puto y macho y gordo y chaca y maricón. Nunca yo en el centro de una espera. Nunca exacto, ni casual. Nunca lo suficientemente discreto, ni de gym. Como un rastro de hombre. Como un hombre impreciso. O un hombre a la mitad.