Poema Guillermo Vega Zaragoza

Prurito amoroso

 

El amor

(lamento contradecirlos,

señores poetas

de este y otros siglos)

surge de la contaminación,

nace cuando uno se expone

a su maléfica influencia,

basta estar unos momentos en contacto

con alguien debidamente infectado

(de preferencia mujer,

aunque no a todos sucede)

para que, de repente, las ronchas aparezcan,

el prurito inaguantable de la ternura

nos haga presa y

de un costado nos surja una rama

que poco a poco se vuelve un árbol

del que la amada toma los frutos.

 

El amor toca nuestras cabezas con su pesada mano y

nos hace voltear a cada lado de la calle,

buscando,

como locos,

nadie sabe qué,

pero buscando.

 

Si del amor nos infectamos,

no existe aún cura ni conjuro

que evite el fatal contagio.

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