Astronauta
De ti lo tuve todo,
tus manos llenas de Dios,
tus dedos de astronauta
que penetraban algo más allá del mismo espacio;
el mismo yo
extendiéndose y contrayéndose en el latido de una supernova.
Todo colisionaba en ti.
Todo se imantaba, dilataba y expandía,
se fundía en el centro de una estrella errante.
En esta deriva de meteoros y galaxias
tengo todo este tiempo:
desde un calendario
hasta una cuenta regresiva que nunca llega a 0:00,
sólo milésimas que se aferran a tu espera;
siempre llamando a la nada,
siempre una transmisión a seres infinitos con un lenguaje jamás descifrado.
Tan sólo existe este sin rumbo de telescopio,
estos astros hundidos y lumbres de sombras.
Y sin embargo, hablo de este espacio
tan minúsculo
que habito entre mi pecho y tu ausencia,
donde bien podría caber un transbordador o un mundo,
donde a través del ojo de una aguja
podría caber un sol o un trueno.
Ahí, en el fin de la materia,
existe un rincón
donde inventa la realidad nuestras otras vidas
y todas las posibilidades que fuimos:
esta gravedad tan fuerte donde orbita en mi memoria
este recuerdo de ti,
nuestra imagen atravesada por un agujero negro.
Hablo de nosotros en esta metáfora de Vía Lácteas
y grados Kelvin,
en esta teoría del Bosón de Higgs;
la termodinámica y la entropía,
para referir la catástrofe que navegamos
al cruzar
como asteroides heridos;
el cómo se devastaba el corazón atómico de la existencia
en las manos de un creador oscuro.
Todavía te pronuncio
en este naufragio y estas lecciones de astronomía,
para que no me punce esta cicatriz
de ser
un navegante espacial
varado en tierra.
A veces el delirio de los astronautas
inventa tantas preguntas,
la bitácora señala incalculables destinos
e imposibles coordenadas.
Desde mi casco
trazo estas nuevas constelaciones:
Universos de Porqué.
Territorios de Nunca.
C4[1]
Te diré
que mis palabras son como cerillos;
encienden una vela frente a un retrato
o incendian una casa.
Mi corazón es un motor
dispuesto a estrellarse;
en mi sangre suceden tantas bengalas sin rumbo,
como un encendedor de bolsillo frente a un galón de gasolina.
Porque conmigo, Amor,
es todo
o nada. No hay puntos medios,
ni medias tazas: sólo cenizas. Porque soy una bomba,
un pedernal,
una navaja suiza, una máquina de fuegos salvajes
que todo lo consume
o lo tritura.
Lo repito:
Soy cenizas,
porque antes fui hoguera.
Territorios del humo
y el deseo:
Sólo te pido que tus acciones
sean del tamaño del calor en tus palabras.
Advertencia:
Aquí viene el amor;
todo lo incinera a su paso.
X. Moreno (Acapulco, México, 1994) es el seudónimo de Jesús Sánchez Moreno. Es Lic. en Creación literaria por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Ha publicado en diversas revistas del país. Autor del poemario El silencio es un animal (LibrObjeto, CDMX, 2021). Obtuvo 2° lugar en XVII CEECIIL de la uam, Finalista en el 1er Concurso de Poesía Emergente Antonio Alatorre, Primer Finalista del III Premio Internacional de Poesía Bruno Corona Petit y Ganador del X Premio Estatal de Poesía Joven «Juventud que transforma».
[1] Nombre de carga explosiva de uso militar de detonación remota.