Poema de Viviana Bernadó

Los paraísos

 

Soy

Hija de la madrugada

Desde el cuerpo de mi madre

salté

hacia manos

que me recibieran

Caminé agarrada a una escoba de juguete por primera vez

Y tuve mi casa en un paraíso

Junto con un hijo de plástico duro de ojos celestes y cejas pintadas

Al que odié desde el día del regalo y arropé y le di a comer lirios de las plantas que bordeaban una parte del patio.

Mi madre lavaba ropa en la batea

restregaba sus nudillos contra las camisetas de los cuerpos enemigos que las habían ensuciado

 

Yo destruía vestidos de la abuela y

le ponía seda y encaje floreado a mi niño,

cuánto piojo por favor se quejaba mi madre y mis uñas se clavaban

En el quejido

donde anidaban las moscas buscando

y la tierra era de sangre suya en la sombra de ese árbol

después

hubo inundaciones

y después de eso

cuando los pájaros se preparaban para anunciar la lluvia nos daba arcadas la naturaleza

mi padre fumaba en pipa debajo de un paraíso

mi padre fumaba con filtros

armaba cigarrillos

mi padre

agarraba el fuelle

después de la siesta

se iba

me dejaba seguirlo,

no teníamos plan

Entonces esa vez

huíamos de un pueblo con nombre de general que extermina

y los días eran  patos de laguna comiendo lo amarillo del horizonte,

una tranquera, los algarrobos, el chañar, el chasis, la rueda cerca la raya blanca, la noche

metida en la cabina

del camión,

sucesión de luces, banquinas, mojones

 

y tuve mi casa en un paraíso

Junto con un hijo de plástico duro de ojos celestes y cejas pintadas

Al que acuné para dormirnos y le di leche de vaca recién ordeñada, le impedí que creciera

Nunca

Soy una mujer

una niña

las que fui y no seré

no sé

 

palabra es posesión

digo Soy Casa y me habito

el orden de lo práctico, cabe como miniatura extrañísima en algunos rincones

una selva en maqueta, que mis dedos no llegan a

tocar

Soy Ave. No dudo

vuelo

detengo la noche.

 

Junto los trapos  del tipo,

ahí en la calle

y le tapo los ojos

pero la noche es otra cosa y no la entiendo

me abrigo y ruedan racimos de frutas en mi patio

se tocan y susurran

en una algarabía contra el sol

maduran

saltan gajos de los paraísos con bolitas que serán más árboles

adentro me crecen

coronas rojas

doradas

soy  lengua, labios, huecos tibios

este nombre y otro y otros miles de otros

la que habita mi cornea

Soy  cuerpo

principio

pasto seco, territorio llano y en el centro

 

mar huérfano y caricias

 

un nombre, yo, la cama

los ojos de un mundo que duerme a mi lado.