Ella y el lenguaje del espejo
Porque el mutismo enervante cala, perdura.
Acecha entre el habla y las líneas
de un páramo de constelaciones,
de un holograma atemporal…
de cosmovisiones que no andan bien.
Tan irisada desde tus orígenes tergiversados
desde la agonía de tu concepción predestinada
la nada del hombre incauto se ha encargado de expandir
su vil defensa, su nefando pretexto
del propio miedo arraigado, del propio miedo hecho raigambre.
El mito se fue entretejiendo. Habló acerca de
ti.
Se expandió hasta hacerse verdad,
hasta sumergirnos la fantasía a través del bermejo vaivén
de ataduras salpicadas de ignorancia, sufridas a sangre,
de aquéllas que no requieren de un cúmulo de palabras
para saberse enteras.
Mujer, que ni con el resabio de tu supuesta
ausencia retumbas en cada entraña.
Mujer, que al ser estrella cómplice de la genialidad
bebes galaxias y universos enteros
siendo el lienzo donde decanta la naturaleza
que algunos deforman en bulimia de locura.
Mujer, que no necesita fautores de una arquitectura hecha a falos por doquier.
Mujer, que desplomas las sentencias de una cordura hecha sumisión
aplastando la vorágine de una educación edificada.
Mujer, que entiendes bien la pusilanimidad hecha carne
porque de lo carnal también naciste.
Mujer, que despiertas y te ves cada mañana
en ese prisma que hace honor
al infinitesimal trayecto de albura que transformas.
Mujer:
A ti, sólo a ti que me conoces entre todo el dislate que escupe
el mensaje inenarrable de mis signos.
A ti, que sobrepasas y ejemplificas la fortaleza
en días bélicos camuflados de beatitud.
A ti, que provienes y te construyes en una vastedad
de lares, de esencias, de ritos y de peripecias.
A ti, que ninguna gramática te conjuga
que prefieres la ambigüedad y la ausencia de solemnidades
porque lo secundario reside en la arbitrariedad,
lo primario sólo se da.
Porque te mueves con la sintaxis libre que te
define.
Porque vives en metáforas, pero también en nuevas realidades
que se van deshaciendo de la culpa.
Porque, aunque fenecemos y el imperio singular de esta normalización
nos dicta hasta la razón,
la estratagema de tus versos se nutre
con cada epígono que haces mutar.
Semblanza:
Rosalba Gil. Cuernavaca, Morelos, 1986. Actualmente soy maestra de lenguas extranjeras. Incursioné en el área de Derecho por unos años, sin embargo, más tarde decidí dedicarme al estudio de otros idiomas y disciplinas. He dedicado gran parte de mi vida a la lectura, y por ende a escribir, especialmente ensayos, artículos, cuentos, microrrelatos, poesía… He comenzado además a sumergirme en asuntos de traducciones y cuestiones relacionadas con nuestras raíces mexicanas que me lleven a ahondar en las mismas a través del eco y la polisemia de las palabras, así como a través de su gran riqueza, historia y pluriversalidad.