Panegírico de la llama
Brotas del pecho como bella ninfa
que como ardiendo danza
¡danzas mujer rojiza!
Tu ardor no es sentencia ni vacío,
sino la cumbre de una promesa
que con ella lleva su propio olvido.
Tú que bajo espadas enemigas
portas tus labios de boca profética,
mereces, redentora,
cubrirnos con el más eterno púrpura,
manchar de ti la vida:
¡de arrogante mujer encendida!
niña de alma pura,
hada de fuego y caliente ceniza.