Afuera
d e s p r e n d i d o
el Sol te contempla como si fuese tu madre –una mujer de helio,
titánica dulzura.
Sus rayos anhelan tocar tus sienes con vigorosas guirnaldas.
El llameante corazón es dueño de toda travesía;
el dorado puño, testigo de todas las épocas.
Yo sólo tengo una flor, un tiempo, un éxodo.
Estoy rota de ti.
¿Es posible otro destierro?
El Sol es ahora mi hijo
y yo misma una puerta abriéndose a la luz como una estrella.