Poema de Marisol Vera Guerra

Epístola diurna para Sylvia

 

La luna no tiene por qué entristecerse,

mirando con fijeza desde su capucha de hueso.

 

Sylvia Plath

 

es curioso el ruidito de la cáscara al

desbaratarse contra la cuchara    ¡cras!

el huevo emerge    desnudo planeta

ovoide

tibio al tacto

hormigueo de cosas blancas

crujientes como ramas

o una tráquea recién talada igual que un árbol

pienso en

Nicholas     péndulo sanguíneo

en esa casa solitaria que siempre habitaste

aunque hayas dejado abierta la llave

casi medio siglo atrás

ya se sabe      las mujeres

perdemos a veces la cabeza

especialmente cuando estamos solas en un país frío

con dos niños plegados a nosotras como flores

y un ramo de tulipanes secos encajados al rostro

te apuesto

que en la vieja cocina aún cantan ciertas aves sin plumaje

y que algún hada madrina luctuosa

sirve jarras de leche a los visitantes

¿ves este ojo de nébula que nos retrata?

es el hijo de Posidón maldiciendo a nadie

un fantasma (sus abigarrados olores)

nos reclama la distancia     a ti y a mí     tan puras

tengo un lustro más que tú

y ningún obituario             te confieso

lo intenté dos veces

pero mi vientre reventó sobre las olas

negro arponeado por Cronos insaciable

llegué tarde a ti      ya eras la novia hecha cenizas

bárbara urna de barro    ¡mira!

ellas vienen a rodear tu lecho (abejas y damiselas por igual)

¿es lo que esperabas?

se apiñan     parlanchinas

dicen hagamos una gran explosión

cortémonos el cuello

se visten para el funeral      galopando

hacia el cuerpo deshabitado

que oscila del techo     ¿pensaste eso al

besar su frente en la madrugada?

no te preocupes por Ted

el duelo y el tarot se le dan bien

preocúpate por ese niño que cuelga del tapanco

yo tengo los míos

erré mi vocación          terrible     sin gracia

confundí miligramos con metros

en la profundidad del Atlántico

no soy como tú

ni como ese dios que espolvorea confeti en el vacío

soy trivial y testaruda    una chica malcriada que pela huevos duros

en el fregadero

mientras sus hijos juegan

lejos de las sogas     lo juro     lejos de las sogas