Del libro En tu nombre
publicado por
Editorial Capítulo Siete.
Para Don Mario, mi padre, in memoriam
y para todos aquellos huérfanos como yo.
Llego a tu casa al amanecer
y te veo sentado en la silla blanca
releyendo los periódicos de ayer,
de pierna cruzada,
con las viejas chanclas calzando
tus pies vestidos de mariposas;
tienes puesto el pantalón
color del jardín y una camisa
a cuadros que cuelga en tu viejo perchero:
era de uso diario matinal.
Tu saludo de siempre,
la cordialidad y tus ojos de cielo
dándome una mirada de amor
ante lo que sé, soy bienvenido.
Tu esposa aún duerme,
la radio que odiabas y que
llegó a gustarte tanto,
suena a medio volumen.
Dejas los diarios a un lado
y ocupo la silla de junto
sintiendo los rayos de sol
que eran para ti y ahora
calientan mi cuerpo.
No estoy solo,
levanto los periódicos
para recordarte.