Poema de Marianela Puebla

Abismos

 

Precipicios del silencio abren sus fauce

poema en donde voces agónicas emergen.

Imploran desde sus profundidades con gritos tácitos,

milenarios crujidos de corteza en su estado primordial.

Flores de magma en constante movimiento

suben por las grietas sofocadas de impaciencia

y despliegan sus alas, mariposas engarzadas

en líquidos metales.

 

Los elementos, arquitectos de los abismos,

cumplen sus designios con admirable destreza

y apaciguan las voces de la tierra desplegando

lágrimas del cosmos sobre sus heridas abiertas.

 

En la espiral del tiempo

hemos venido una y otra vez a enlazar

nuestros destinos,

caemos en los precipicios de la muerte

y clamamos desde sus abismos por otra oportunidad.

Alguien dice que los dioses no están contentos,

que todo este torbellino es irreversible.

 

En su mudo deambular eterno

la tierra da a luz esperanzada, lanza su aullido perpetuo

abriendo sus entrañas a la nueva vida

y en ese momento, todo lo pretérito cae

absorbido por la profundidad irascible del espasmo.

La voz de la llaga convertida en polvo

toma el vuelo buscando su origen más allá de las estrellas.

 

La partícula dios,

manipula a su antojo los destinos de la humanidad

en hallar   una nueva fórmula,

la receta con los ingredientes perfectos de la existencia,

su origen, la creación y posible destrucción.

Sin embargo, los abismos guardan sus secretos con alevosía

y no darán respuesta,

cerrarán sus profundidades, acallarán los clamores

antes de que el humano en su incesante búsqueda

apriete el botón del exterminio.

Por eso,

será sólo un repicar de campanas grises anunciando

la voz que no queremos escuchar.