Se hizo de noche en mi piel
Dijo reconocerme
pero mi madre lloraba a su lado
y él estaba muy lejos de allí.
Se hizo de noche en mi piel
aún adolescente
mientras contaba que iba en barca
con su hermano —él remaba—
y sacaban un mújol así de grande.
No era un recuerdo
lo estaba viviendo
como el resto vivíamos el olor
de las heces que la enfermera retiraba.
Mi madre apagó sus ojos contra la pared
y bajé a la cantina a regar
la idea de que todo terminaba.
Y él siguió allí con su hermano
—fallecido años atrás—
surcando en un pequeño bote
las aguas de La Algameca.
Y claro que me rompí
sentí pena por aquel muñeco roto
que enterramos horas después
pero ahora
superada la cuarentena
no pido más
que ese último instante de felicidad.