Poema de José Luis Justes Amador

Pronuncia la palabra exacta,

esa que es más poderosa

que el negro y que el silencio,

la que cambia la escena,

 

una palabra equilibrista

que al cruzar la escena se detiene

al borde del proscenio precipicio

y recita un texto perdido,

una carta con que la memoria regala

sus ocres posesiones, el verde

que cubre todo o era el gris,

 

una palabra

equilibrista y exacta

que anuncia

el silencio que surge tras ella.

 

Pronuncia las mismas palabras

que dijiste entonces,

las del escenario desnudo, esas

aprendidas en un libro rojo que fingía

que era otro,

las de la mecedora, las de la puerta

de luz construida,

las de la carta que llega pero llega tarde

a felicitar el cumpleaños, las del remitente doble

del infierno.

 

Pronuncia cada acento,

cada idioma de los que no hablas,

pronuncia forever, mentirás, and a day,

repite como un hechizo

wunderkind tres veces hasta que aparezca

aquella que fuiste

detenida en el momento exacto

entre la vida y el escenario,

entre el escenario y la nada.

 

Pronuncia cada una de las sílabas,

escanciadas cada vez más lentas

para anticipar ese silencio

que desciende sobre el teatro

apenas un segundo, una fracción de segundo,

entre el aire del último punto

y el aplauso.

 

Aunque nadie aplauda.

Aunque nadie entienda lo que aplaude.

 

Aunque nadie sepa el frío que sientes.