El porvenir
Ah, el arroyo:
se engalana de mugre, ácidos,
ratas muertas, algún piecito
y una tenue cinta líquida
que lava olvidos, desechos, crímenes.
El silencio bruñe la miseria
barranca abajo, colina arriba.
Aquí fluyen recuerdos como escoria:
latas, jirones, tepalcates, huesos
que se mudan del suburbio al despoblado.
Ah, el arroyo:
se engalana con fetidez, borbotones,
negro sobre negro.
Las cosas vencidas que conduce al lodo
volverán a cimentar jacales, avaricias,
ambiciones menguantes.
La basura volverá a ser indicio
de suburbio, aldea, villa, ciudad
que se construye con migajas
de la ciudad que deshacemos.