Poema de Jesús Marín

VIII

 

De su libro El síndrome. Laura Frankestein

publicado recientemente

 

Hay cierta siniestra malignidad en que tú y yo

escuchemos la lluvia en la misma ciudad

separados por océanos de desidia,

dementes el uno del otro.

 

Bastaría coger un taxi

y en minutos estatuarme frente a tu refugio.

Te sé cuasi zombi, cuasi vampiro,

sufres de insomnio crónico;

de las pocas cosas que compartimos.

Amamos a Tin Tan y a Kubrick.

En lo demás, agua pura y aceite ruin,

miles de espinas entre tú y yo.

Ingenuidad creer que no importaba,

ciego de juicio y razón

aturdido de carne joven, de sangre única.

 

Me quedo quieto

como si el silencio se fuera a convertir en ti

como si la lluvia fueras tú.

 

Me tranquiliza el cuchichear del aguacero

al acariciar la tierra, ojalá no dejara de llover:

ahoga esta clase de dolor,

hace renacer cierta oscura esperanza

aun en el páramo más alucinado.

 

Ojalá que tras la tormenta estuvieras tú

obscenamente bella

ante la bestialidad de mi antigüedad.