Poema de Isai Abacuc Gómez Cruz

Rituales

Cantamos, caemos, desembocamos.

Nos disfrazamos.

Las caras son manos,

las señales, ojos,

las miradas, pies,

los pasos, lenguas,

y las sonrisas, sexos bífidos;

un clítoris, sobrepuesto a los testículos,

al glande, a los labios.

La piel deviene vísceras,

hígados, pulmones, intestinos,

y las palpitaciones, convertidas en sangre,

en ríos.

Cantamos y caemos,

nuestros deltas desembocan.

Nos abrimos

Elevamos el filo de nuestro cuerpo,

lo presionamos contra el pecho.

Desgarramos.

Esperamos el nacimiento de los mares,

bebemos y extirpamos un corazón convertido en huella, en piedra,

en el grito de unas entrañas metálicas,

de las bestias insomnes, desesperadas y luminosas.

Cantamos, caemos,

vomitamos sobre el mar las criaturas más abyectas,

nuestras entrañas.

Aullamos.

Surgimos de los ruidos atrapados en los minerales,

en los huracanes, en las mareas.

Y solo entonces hablamos,

o creemos hablar,

repetimos las voces del lodo,

de los peces, de las tortugas,

o de alguien más,

atrapado en la piel de nuestras súplicas.

Y solo entonces cantamos,

con nuestros pulmones hechos una caldera,

con el incendio de nuestra lengua,

con nuestros labios fundidos.

Cantamos.

Caemos.

Morimos.

Y con suerte,

dejamos una máscara o los escombros de nuestras palabras.

Otras sombras vendrán desnudas

para adornar nuestras ruinas.