Poema de Guillermo Clemente

Cazador

 

Sentado   sereno   abstraído

sobre una silla de madera

piensa en el ciervo

que obtendrá de la cacería.

 

Sentado

piensa

el recorrido

la exploración.

 

(El suave caminar entre el bosque es una búsqueda

una ventisca sobre el espejismo del miedo

una ola que se parte cuando los peces penetran su hondura)

 

Alguien

-que no es el cazador-

piensa la cacería

alguien escribe

el nombre de las cosas

dicta los pasos

el río de signos

fluye con las huellas.

 

Alguien que no es él

escribe el pasaje

el latido de voces

lo que sucede

antes que todo pase.

 

El cazador oye el murmullo

el código secreto        de otros labios.

 

Levanta el espíritu para emprender la marcha entre los matorrales, adelanta un paso, despliega los pies por los linderos donde ondulan los trazos de los ciervos; oye la caída de las hojas y su aroma que irrumpe entre los árboles. Haz un movimiento, que tus pies toquen fuertemente la tierra, oye el parlamento ciego que el viento dicta en tus oídos, enciérralo en la memoria, en el calor sin fe de tu mirada. Hunde tus pasos entre la confusión de tierra y lodo, entre el pantano de agua oscura que te miente, imagina como es la vereda dónde andas.

(Atrás      rastros

y más atrás                       la niebla

el callado rumor que te confunde.

Las huellas que miras    son el continuo intento

de regresar tus pasos).

 

Piensa el cazador las aguas errantes de su corazón

en el momento de partir de casa, toma el arco

que es el pastor que conduce hacia la muerte.

Existe un camino lleno de maleza

dónde tus pies magullados

y tus heridas dejan su carne.

Antes de entrar al bosque

te preguntarás quién eres

pero no importa que no lo sepas

miras el suelo lleno huesos de cazadores.

Tendrás miedo de la ausencia

que está bajo tus pies

pero entrarás porque sabes lo que buscas.

Y cuando tus pasos avancen

escucharás la música del bosque

entrarás en el umbral de los sonidos

que escuchas como espejos.

 

(Eres el animal que dibuja su ira en el silencio que se agolpa en tu boca

eres el que camina con los párpados cerrados por el olvido

eres el cazador de la palabra dictada por el oráculo

el sueño que envuelve el desvelo de los presidiarios

eres quien siente el miedo que crece en los muros de las ciudades destruidas)

 

Ahora estás dentro

escucha atento el imán expulsado del hocico del ciervo

escucha    acércate más     más     un poco más

escóndete tras el árbol donde el frío

se cuelga de los brazos del silencio

escucha      mira al ciervo que no teme

cuando se acerca al abrevadero

acércate              no tengas miedo de lo que pase

tus manos tiene una flecha con rostro de tumba

lista para ser encendida.

 

 

Mientras el ciervo pasivo toma agua

un tigre te mira al otro lado.

¿Qué harás? ¿Qué decidirás?

Cazarás el cuerpo que has perseguido o elegirás la lucha

quizá quieras obtener el deseo y la ferocidad

¿Puedes tener la pureza y el cuchillo en la misma mano?

 

Despierta cazador

que tu espíritu regrese

el bosque te espera

día tras día.

 

 

Semblanza:

Guillermo Clemente. Oaxaca. 1984. Ha publicado en distintas antologías, revistas y diarios del país. Es autor de los libros de poesía Lápida del bosque (FETA, 2011), Agua tardía (SCC/Puerta Abierta Editores, 2012) y Caleb (SECULTA, 2015). Becario del FECA-Colima 2012-2013. Obtuvo el Premio Nacional de Poesía Joven “Francisco Cervantes Vidal” 2011.