Cazador
Sentado sereno abstraído
sobre una silla de madera
piensa en el ciervo
que obtendrá de la cacería.
Sentado
piensa
el recorrido
la exploración.
(El suave caminar entre el bosque es una búsqueda
una ventisca sobre el espejismo del miedo
una ola que se parte cuando los peces penetran su hondura)
Alguien
-que no es el cazador-
piensa la cacería
alguien escribe
el nombre de las cosas
dicta los pasos
el río de signos
fluye con las huellas.
Alguien que no es él
escribe el pasaje
el latido de voces
lo que sucede
antes que todo pase.
El cazador oye el murmullo
el código secreto de otros labios.
Levanta el espíritu para emprender la marcha entre los matorrales, adelanta un paso, despliega los pies por los linderos donde ondulan los trazos de los ciervos; oye la caída de las hojas y su aroma que irrumpe entre los árboles. Haz un movimiento, que tus pies toquen fuertemente la tierra, oye el parlamento ciego que el viento dicta en tus oídos, enciérralo en la memoria, en el calor sin fe de tu mirada. Hunde tus pasos entre la confusión de tierra y lodo, entre el pantano de agua oscura que te miente, imagina como es la vereda dónde andas.
(Atrás rastros
y más atrás la niebla
el callado rumor que te confunde.
Las huellas que miras son el continuo intento
de regresar tus pasos).
Piensa el cazador las aguas errantes de su corazón
en el momento de partir de casa, toma el arco
que es el pastor que conduce hacia la muerte.
Existe un camino lleno de maleza
dónde tus pies magullados
y tus heridas dejan su carne.
Antes de entrar al bosque
te preguntarás quién eres
pero no importa que no lo sepas
miras el suelo lleno huesos de cazadores.
Tendrás miedo de la ausencia
que está bajo tus pies
pero entrarás porque sabes lo que buscas.
Y cuando tus pasos avancen
escucharás la música del bosque
entrarás en el umbral de los sonidos
que escuchas como espejos.
(Eres el animal que dibuja su ira en el silencio que se agolpa en tu boca
eres el que camina con los párpados cerrados por el olvido
eres el cazador de la palabra dictada por el oráculo
el sueño que envuelve el desvelo de los presidiarios
eres quien siente el miedo que crece en los muros de las ciudades destruidas)
Ahora estás dentro
escucha atento el imán expulsado del hocico del ciervo
escucha acércate más más un poco más
escóndete tras el árbol donde el frío
se cuelga de los brazos del silencio
escucha mira al ciervo que no teme
cuando se acerca al abrevadero
acércate no tengas miedo de lo que pase
tus manos tiene una flecha con rostro de tumba
lista para ser encendida.
Mientras el ciervo pasivo toma agua
un tigre te mira al otro lado.
¿Qué harás? ¿Qué decidirás?
Cazarás el cuerpo que has perseguido o elegirás la lucha
quizá quieras obtener el deseo y la ferocidad
¿Puedes tener la pureza y el cuchillo en la misma mano?
Despierta cazador
que tu espíritu regrese
el bosque te espera
día tras día.
Semblanza:
Guillermo Clemente. Oaxaca. 1984. Ha publicado en distintas antologías, revistas y diarios del país. Es autor de los libros de poesía Lápida del bosque (FETA, 2011), Agua tardía (SCC/Puerta Abierta Editores, 2012) y Caleb (SECULTA, 2015). Becario del FECA-Colima 2012-2013. Obtuvo el Premio Nacional de Poesía Joven “Francisco Cervantes Vidal” 2011.