La reina Schubab de Sumeria
Debo ser para ti
amado mío
el perfume predilecto
de tu alcoba
en tu hoguera
ser las ramas encendidas
de un árbol,
la resina quemándose
para perfumarte
amado mío.
Ser la ofrenda que los Dioses
te obsequian
para complacerte,
puedes guardarme
en un pequeño frasco
de filigrana de oro;
abrir mi sepulcro
y encontrarme aún ahí
después de mil años.
Pues el amor
es el humo más perfecto.
Lleva en su luz y en su aire
el perfume de nuestras almas.