Poema de Gladys López González

亲爱朋友 

(Qīnàipéngyo)

 

 

Solo morimos una vez

Con el silencio

también he caído

como cae todo cuando muere

en un único recuerdo o en los últimos pensamientos para siempre

Yo quiero pensar que él morirá conmigo, aunque no muera

pero había roto todas las entradas de mi pensamiento

¿Quién lo había contado?

fue un sueño así

realmente

el niño dormido

el sueño

Dijo un día, recuerdo, sé que estarán como las últimas impresiones

y no era yo el que soñaba

sino el sueño a la orilla del árbol

Morimos en todos y muchas veces,

así sucedió:

Murió con los perros del árbol sagrado.

 

No hay que perturbar a los muertos con el llanto

No hay que perturbar a los muertos con el llanto

No hay que generar emociones

porque el muerto está muriendo

 

¿Cuándo mueren, entonces?

preguntó el niño frente al pozo.

 

Murió mi amigo con el silencio de lo que muere al amanecer

-está enfermo

-ella no sabe

No, pequeña sabe muy bien que murió un perro,

Lo guarda en la memoria de su infancia infinita

 

Yo no lloré aquel día

olvidé su origen mortal

Tengo esto

esta sola existencia y una vida que solo me sirve a mí

Pero él murió

aunque su conciencia esté más allá de los asuntos humanos

nada puede hacer porque no tiene forma para existir

solo murió una vez;

También yo nací de padres mortales

¡Cuánto ya de que existo!

Me agoto

¿no habré existido nunca?

no existió tampoco junto conmigo lo que conocí

No es únicamente este cuerpo

también la conciencia lo que muere.

 

Existen tres árboles sagrados, uno es la higuera,

cuando algo muere hay que rendirle homenaje.

 

¿Quién ha muerto, o sería más acertado

preguntar: qué ha muerto?

 

¿Qué murió con él de mí?

¿Es la certeza de estar muerto el malestar

o la angustia de ya no afectar  la vida?

¿Qué sucederá con los vivos?

Sin embargo, hoy ha muerto,

y no he escrito las palabras necesarias

para ser el niño que muere joven

es necesario ser el niño para la ceremonia

–repetirlas como la oración —

Soy el niño que muere joven

Soy el niño que muere

Soy el  que muere

 

Él quedó en mi corazón

para morir conmigo

para que no muriera

 

Murió. Un pretérito siempre presente

o un pretérito continuo

¿será mejor afirmar está muerto que murió?

El instante en que nada queda

¿Después de la muerte?

nada ha dejado

No permanecemos muertos

lo que murió no puede estar muerto

 

 

Murió; él se murió

Pequeña lo recuerda como su único pensamiento

Él murió

Y en las palabras está su pregunta

¿no hemos aprendido a morir de otra manera?

Hoy ha sido la muerte

hoy tan solo ha muerto

 

Regresar es una promesa complicada

no sé si lo haré contigo

Conocí a la estrella que intentaba alcanzar la luna

y en cada intento fracasaba;

pero allí está, antes que ella, esperándola.

¿Si muero esta vida

quién habré sido?

 

Luego de los cuatro días

cada mortal se asienta en mis miembros

y el cuerpo es altar de las ofrendas,

pero también soy humano

me encojo y hundo.

 

Había afirmado que moriremos solos

porque solos nacimos

Y esa soledad no es comparable con la del huérfano

porque yo nazco

Es necesario retornar al niño

para experimentar todos los nacimientos

Es necesario retornar al niño

para experimentar todas las muertes

Temía morir solo porque solo pensaba en su muerte

había olvidado que también yo muero

 

El niño contó lo que había visto:

La mano de Miroku estuvo sobre su pecho.

 

Incluso Buda murió

¿Si prescindo mi muerte se tratará de mi vida?

¿Quién ha muerto con el niño dormido?

Yo quisiera morir para parecerme a él

o al recuerdo de aquel que morirá

para que yo lleve su nombre.

Han sido dos días del «si no muero»

dos también he sepultado

con la misma condición

 

Murió mi amigo

y su recuerdo duerme a mi lado

como si no hubiese sido nadie

como si hubiese muerto

 

Lo que ha nacido morirá

No trajo consigo palabras

aún no amanecía cuando nació

 

Las hojas caen

y el árbol del pensamiento se marchita

Yo olvido que ha sido

pero inevitablemente morimos

 

Lo siento apenas surge la disculpa de mi condición

no soy quien pensé

pero lo que conozco es constante

como el pensamiento

como este único pensamiento

de no y aceptar

porque es lo que puedo

 

Aceptaría que existo de esta manera

lo digo cuando pienso en los cuerpos que habitan

y en los que habitan

pero no he de resignarme

 

Soy lo que pienso

no lo pensado sino por el pensamiento

y no necesariamente

 

¿Quiero cambiar un punto de mi historia

con las palabras que no tengo?

¿Pero qué hizo él?

decir que hay un sonido inaprehensible

que circula

 

Algún día las hojas tomaron mi voz

y acepté

que tampoco tendría silencio

 

Nadie más podía ofrecer su corazón

él soñó la humedad de las hojas

y todo lo que ama murió un poco.

 

 

 

Semblanza:

López González Gladys Areli (28 de mayo de 1994, Tijuana B.C.), actualmente estudia en la Universidad Autónoma de Baja California campus Tijuana la Lic. en Lengua y literatura de Hispanoamérica. Por otra parte ha realizado algunas publicaciones de carácter poético en revistas independientes físicas y electrónicas (Espiral, Socializarte y Simulacro); además de haber publicado un poemario titulado Virgo en 2015 por la editorial Poiesis.