Poema de Georgina Guadalupe Hernández

Malaquita

Malaquita, me arrancas como flor del campo.

Tu nombre de mala, quita luna del cielo,

separa al mar de su propia sal,

pues el infierno es tu bandera.

Malaquita ¿cuándo entenderás?,

tu nombre mineral rejuvenece

al nadador sumergido en tus aguas

al que nada en tus pensamientos

tratando de llegar al fondo de ellos

 y cada vez que toco tu cabello de estrella

me enredo en vía láctea de hebras;

hago un nudo entre el Sol y la Tierra

para evitar que se suelten

cuando el final único asista a la última noche

de nuestra atmósfera quieta.

Mujer, secuestras vestido al que habita

la selva de tus enredos de lengua

lo liberas desnudo a la vida

sin religión causándole pena.

Malaquita, embustera

me dijiste que hoy llovería. Sólo veo

lágrimas huyendo de tu cuerpo

que acarician tus mejillas

jugando su propia carrera.

Ahora escapas, de tu pasado repleto de piedras;

ignoras que, al franquear, Señor Destino

las coloca de nuevo sin reloj en mano

para que pasando cien metros tropieces

una vez más con ellas.

Mala, quita esa sonrisa de mala.

Quita el sabor de aquello que duele.

Como el saberte tan libre, tan suelta,

entre cascadas, hogar de los peces

que saltan al abismo sin miedo a la muerte.

Tu pelo obsidiana, tu nombre mineral

resaltan cada ojo negruzco que guardas

para todo felino que entre los cambures

adviertas pasar.

Malaquita, así de mala,

dibujo tu malicia en mi ajuar.

Semblanza:

Estudiante de la Facultad de Derecho, UNAM. Autora de los plaquettes literarios «Vida, muerte; complicidad» y «Del mar al desierto». Alquimista de letras, soy nayarita y creadora del espacio juvenil literario “Marficción”.