Moneda en el aire
Hay una moneda girando en el aire desde remotos días,
sosteniendo en su giro al mundo en vilo
y tal vez al destino de miles de palabras.
Bajo esta moneda espada que nos mira con insistencia,
transcurren las horas que se manchan
de alegría y de tristeza, los minutos con
expresiones de asombro y los que
corren para alcanzar el último viaje.
Los ojos que se fingen ciegos sin que
con ello puedan adivinar el resultado,
mientras se añade una vuelta y otra,
y vamos oscilando entre el bien y el mal,
sabiendo que, como ovejas, no podremos
evitar el filo que traspasa la garganta.
Moneda de valor indecible, que mueve a espera,
a las ideas de redención,
a saltar invocando los últimos recursos;
aleación binaria que ignoramos;
ya vamos con prisa buscando los lugares
seguros y las palabras adecuadas, giro tras giro,
día y noche que danza con el ritmo de las almas paralizadas.
Hay una batalla suspendida en círculos de cualquier metal,
rayos que apuntan desde algún Olimpo vacío de dioses,
olas que se estrellan en barcos temerosos.
Moneda arco que todos cruzan sin alzar la voz ni la mirada,
contemplándose en espejos que no saben
predecir la desgracia, ni contar los años;
dos lados intermitentes entre los que busco,
si acaso algo soy, encontrar el camino
que perpetúe los deseos que las velas conocen,
los pasos que marcan las direcciones dictadas.
Tiempo que ha puesto explosivos en el último tramo,
y que desde ahí va contando los momentos
que se escapan con cada giro,
día y noche luchando sobre la incertidumbre de las almas en movimiento.
Se arrastra con prisa el instante que
ha de dictar la sentencia sin admitir apelaciones;
bajo un cielo que contiene la respiración
y siente desfallecer mientras se prolongan los segundos,
viendo cómo el sol moneda llega hasta su punto más alto,
contempla desde su soberbia el campo
tendido bajo su dominio,
sonríe apenas con disimulo, y lentamente,
sin dejar todavía de girar,
comienza a descender rasgando el aire de la melancolía.
Semblanza
Enrique Dimas, contador público y poeta; originario de Bustamante, Tamaulipas, y radicado en Ciudad Victoria. Cree en la poesía como puente a cualquier lugar, y busca en sus letras la reinvención del mundo, un rincón que habitar.