Poema de E Adair Z V

Contorno

 

a María Elena

 

Por los contornos de la tarde se ilumina tu vientre,

cáliz de sal puesto en la orilla de la mesa,

al que mis manos se enredan

siguiendo el mito de las hidras,

pilar de carne entre el humo,

alfiler de hueso para sujetar el nombre

a la punta de la legua,

me hinco en este altar de los dioses despedazados

a cantar las oraciones elementales

que se cortan en la desnuda profesión de la piel,

crispada,

que en las yemas de los dedos se materializa,

alabarda de espinas a donde llegar

en el sacrificio de cada filamento de la boca,

con el canto viene la sed,

oleadas de una playa salvaje

en la que postrar la barca

y hundir los pies para anclarse,

constelación de llamas miedosas para dejar el pecho;

y al fondo la lumbrera de tus actos tranquilos

en la habitación oscura.

 

Muerdo las extensiones de la piel

para dejar mi testimonio en el fruto salvaje

de tu memoria de crisantemos de sal,

para arrebatar el perdón de las primaveras calcinadas

en nuestra infancia,

los pececillos de castillos fatuos,

y la vereda húmeda de tu piel alrededor de la mía,

porque este bautismo de soledades

nos contempla en el movimiento de los segundos

que persignan mi boca en tu estómago,

elaborando los salmos proféticos con que arrullar

el mestizaje de nuestras sangres;

reconocer la hondonada de tu ombligo

y hacerla el tintero de estas palabras

que reproduzco sabiamente entre el horizonte

de tus piernas.

 

El silencio vendrá después, vendrá,

con la espalda arqueada de los gatos

que doblan la luna a su paso,

quieto al dominio de tus silentes bastiones

que me sujetan a la realidad encendida

de tu contacto de agua profunda;

entonces nos escapamos en esa lúdica complicidad

de la bahía alivianada bajo tu respiración

a la que este viajero se arrodilla

para incrustar sus símbolos en la arenisca tibia

que es la ofrenda de tu centro

de bálsamos etéreos.

 

Las voces se acallan en el contacto de los labios

en ese mar intacto por que se vuelca el mundo.

 

 

 

Semblanza:

Zepeda Villarreal, Ernesto Adair. (Texcoco, Estado de México, 1986). M.C., Economista. XVI Premio Nacional de poesía Tintanueva 2014, con el poemario Reminiscencias. Mención honorifica en el 3er certamen de poesía Francisco Javier Estrada 2011, de la Casa del poeta Gonzalo Martré (Cd. Neza). Primer lugar del III certamen Buscando la Muerte, del Centro Cultural Mexiquense Bicentenario, 2014. Actualmente es el Editor del proyecto Colectivo Entrópico. Tiene publicado Raíces bajo las rocas, con Alja Ediciones, 2016. Ha publicado en las revistas Salamandra, Molino de Letras (Texcoco, EdoMéx), Aeroletras (Querétaro, Q.), El Perro 6,7, así como en digitales: Penumbria 23, Revarena Vol. 6, Monolito XVII, XIX y XXI, Factum 24 y 27, Bistro 2, Letrina 19 y otras. Los libros colectivos más recientes donde ha participado son: La memoria de los días (Ediciones O), El cantar del guijarro (C. Entrópico), 13 agujas desde Híjar (Cisnegro), Masturbación Latina (La Fonola Cartonera, Chile), Lo poéticamente incorrecto (MiCielo Ediciones), La aldaba entre la arena (C. Entrópico), ¡Está vivo! Homenaje a Frankenstein (Saliva y Telaraña), El infierno es una caricia (Fridaura), Turdus Mirula (Revista Mirlo, España), Ciudad de palabras (Alja Ediciones), Poetas Latinoamericanos (Imaginantes, Argentina) entre otros.

levedadlunar.blogspot.mx.       @adairzv                    Fb: E Adair Z V