Encuentro en la Sierra
Me vine al hogar de las huilotas
porque me dijeron que acá vivía el compartir.
Disque acá se escucha el revoloteo de los actos
de ramas trenzadas desde antes, por palabras.
Según eso hay gorjeos insospechados.
Aquí dicen que allá uno se despeña
gozoso en la sierra cálida
sonriendo porque hay maleza donde ser
sonriendo por que se elige amar.
Porque por un instante el trueque es eterno.
Y yo les hice caso y yo nos digo si
porque los tlacuaches compartieron un fuego.
Y creo que no era de inteligencia, si no de emoción
emoción robada para los que no son solo uno
emoción que se acicala en la noche tropical.
Porque donde nací los otros son vertedero,
los otros se encajan como megalitos solitarios
aun estando acompañados.
En cambio, acá, me dijeron que chapotean los cuerpos
erguidos a los vientos que se atraviesan chocando.
Y que, en la espesura anhelada, no se toma en cuenta
si adecuadamente se tocan los cóncavos y convexos.
Porque somos el ruido bien grabado de lagartija escapando hacia el nunca
sobre las piedras que se encuentran para estar por siempre sin estar
sobrepuestas y asoleadas.