Poema de Cristina Bello

Cinegética

 

1

Dos cuerpos extendidos,

dispuestos al vidrio, traslúcidos,

casi lapidarios y tendidos

sobre el lecho inmenso del mundo.

 

Sonámbulos y quietos,

erigen líneas de luz,

son la ceguera,

el aguijón,

lugar donde acaba el aleteo

y comienza el agazapo.

 

Algo los caza

quiere su gris rostro,

uno para coronarse,

sacude los cuerpos

de inmundicia,

les da vuelta,

nada sangra en su hocico.

 

Los cuerpos

mueren en los planos

de puro mundo.

 

Inicia el preludio,

se crea la levedad

y todo lo suspende.

 

El cazador inventa una danza sobre la hierba,

los pies caen uno, luego de otro,

se elevan, se pintan de verdor,

acaban las líneas de luz,

no queda tiza en el laberinto que se hunde.

 

2

En la daga que lleva empuñada El Valiente,

están contenidos todos los ojos

y todos ellos son el escorpión,

que mira la hoja fría.

 

Parpadea su oropel,

este es el rito silencioso,

ninguno gana, ni el más veloz

ni el de mejor disfraz.

Ambos rodean el centro del circo,

entra el proyectil de la picadura

que desprende el tintado sobre el lienzo,

eclipsa el filo, acaba con la purpúrea

garganta de una Atlántida empuñada.

 

3

Los huracanes se crean

en el margen de la página,

se desenvuelven en frío…

lluvia, otoño, hormiga y sol,

atacan la materia,

dejan las púas de un cuerpo,

vuelan hasta la tierna edad,

son un avión que bombea,

hacen latir la ciudad,

plantan en lo blanco indicios de aire.

 

 

 

Semblanza:

Cristina Bello (Morelia, Michoacán. 1995) Estudia Literatura Intercultural en la ENES Morelia. Aparece en la antología poética Corre y se va con… (2013). Recientemente participó como creadora en el XIV CONELL Toluca.