Poema de Cristina Arreola Márquez

La rara[1]

Habito en una piel que no reconozco.

Este cuerpo es la funda con aroma a sala de espera

y aliento cuajado de un especialista sin dormir

que emana de sus labios la palabra diagnóstico.

Parece que hace meses que dejé de llamarme Cristina;

ahora soy la enferma, la que padece, la sufriente;

la sombra bajo la nube de malestares y medicamentos.

¿A fin de cuentas siempre fui la rara?

Me niego.

Me niego a ser el diagnóstico,

llevar la bandera de “enferma” en la frente,

ser el inacabado diamante que no termina de alcanzar su brillo

que no termina de llamar vida a este tormento.

Me niego.

Los raros somos más que todo eso,

más que un saludo por compromiso en cualquier hospital,

que la rutina de cápsulas etiquetadas por día y hora

que los chequeos, las agujas y los procedimientos.

Los raros soñamos, amamos, respiramos

parecía necesario decirlo

que, aunque el cuerpo se nos desgaje como lirio seco

y el mundo corra más a prisa para desmoronarnos en silencio,

seguiremos resistiendo.


[1] El último día de febrero se conmemora el Día Mundial de las Enfermedades Raras, siendo el Lupus, la fibromialgia y otras autoinmunes y crónico degenerativas, parte de este grupo de padecimientos considerados “raros” por afectar a un número pequeño de la población mundial.