La ostra
tengo un rosario de perlas para contar las vidas que nos faltan
mis dedos se vuelven avenidas sin fondo
el tiempo se hiere las rodillas corriendo tras de ti
vas dejando una hilera de rosas muertas
como un niño en una boda que no entiende qué es amar hasta la muerte
no sabe que la muerte se viste de blanco
déjame limpiar tus cielos grises
aceitar las viejas puertas que se quejan del sonido de tu risa
sé que tu almohada es razón para darlo todo
para soñarte dentro de mi vientre
como un pájaro sin alas
una criatura sin lengua
tu voz es la que invento
conspiro por ti
vas sintiendo cómo naces de nuevo
respiras el agua de mi placenta violeta
amarrado al hilo de mi ombligo
los ojos cerrados
yo solo miro lo que quieres ver del mundo
y me detengo por horas a mirar la luna vestida de negro
que no te haga nunca falta la lumbre cuando solo te tengas a ti
aunque me bebas a diario para sentirte vivo
vuelvo a contar mi rosario de perlas
se han ido los años como las horas
enroscada en las cenizas de ese último abril
me pregunto cómo será sentir dolor para la ostra
la amargura de la arena pisada tantas veces
gemir el ardor de la sal en su guerra con el agua
comerse el musgo de todos los amores muertos
y llorar, llorar y llorar
y yo sin saber que el collar de perlas que viste mi pecho
era el poema que agonizaba la ostra