Poema de Artemio Ramón Fernández

Visiones de Xantolo

 

Si soltáramos nuestra voz hacia el sueño

donde copulan, durante las escasas noches,

el desasosiego, la inquietud;

si llegaran aires directos del desierto

trayendo sólo copal de las arenas;

si durmiéramos juntos, todos,

los sueños de noviembre

hasta saciarnos de visiones venideras;

si divagáramos de forma colectiva

en el olor del cempasúchil

ardiendo en las llamaradas de su nombre

en estos días en los que hay más voces que noches juntas,

entonces: el peso total del aire nos mecería en el espacio,

los pétalos surgirían del humo de las ofrendas

y los hombres dejarían de ser de barro

para encaminarse dirección a las estrellas.

 

Si tan sólo, detenidos,

nos gritáramos,

y las veladoras

derritieran el silencio;

si, carcomiendo el origen volátil de la cera,

escucháramos, asombrados, nuestro origen,

el agua, sus dolores nombrarían sus caminos

como quien nombra el paso de las bestias

o el recuerdo absoluto de los que se han ido.

 

Si estas rocas tuviesen palabras

-y voces como la tuya y la mía-

o, mejor aún, no hablasen desde el frío

sino que, desde sus finas curvaturas,

otorgaran su mudez a sus partículas temidas

para señalar cada noche por su nombre,

entonces: los ancestros clamarían a viva voz

desde los vórtices de sus embriagadas noches

y el golpeteo de la danza

-cualquier danza-

quebraría el Infinito.