Poema de América Femat

El peregrinar del recién nacido

 

A mis hermanos renacidos

Cuetzalan- Puebla 2016

 

 

Alas de luciérnagas encendidas

vaporeaban la intención de abrir las ventanas,

pero como alas de mariposas en resurrección,

para llenarnos,

asistirnos,

florecernos

debimos escuchar la inundación de los ríos

del internamiento en la caverna,

hablamos de ser tierra para la semilla

de ser camino labrado a puro impulso

a golpe de enfados por los vacíos del alma,

-los sabores de un estéril peregrinaje-.

 

-En un principio más vacilantes que convincentes,

más resignados que indiferentes-.  

 

Sin embargo hermanos,

miramos bien por el rabillo de nuestros ojos,

pudimos juzgarnos menos,

sabernos

estrellas sonoras, latido de nombres

saber de eclosión,

de pacto y cumplimiento.

Así  nos descifró el lenguaje

y de nuestras almas entretejidas

hubo un núcleo poderoso

de donde brotó nuestra llama

abriendo la puerta hacia nosotros mismos

asombramos con un paraje interno.

 

-¿Qué encontramos en el encuentro hermanos,

si no luz de agua que quitó la tiña de nuestros ojos?-  

 

Ha llegado el sortilegio

anegado raudal de  alegría,

donde la sangre se constela

mapa de sus nombres,

espejos sobre lirios de nuestros rostros

y en cuya agua hemos de encontrarnos

en otro peregrinaje.

De esta tierra santa y sagrada me llevo

los suspiros más amotinados en el alma,

como una parvada de pájaros salvajes

intuitivos e inteligentes vamos por la vida.

Hemos dejado atrás toda tormenta que ahogaba

para encontrarnos en otra agua

más

dócil,

onda

callada.

 

La infancia nos crece en los ojos,

se nos asoma en la mirada,

mis hermanos y yo estamos de pie

cantando la canción del recién nacido.