Cuando dije que iba a Zacatecas, una hermana me dijo: “¡Abrígate bien!” y un hermano comentó: “Allá está bien caliente”. Quiero pensar que por eso el clima generalmente frío de esta ciudad de piedra estuvo más bien templado durante algunos días; no parecía que el otoño estaba muriendo. Ahora sé que otros factores influyeron en la benevolencia del cielo y de las potencias protectoras de la poesía.
Así, del 1 al 4 de diciembre se celebró en el antiguo ciudad minera el Festival Internacional de Poesía “Ramón López Velarde” 2021, en el que se entregó el premio de uno de los certámenes poéticos más importantes de México y de la lengua española, que lleva el nombre del inagotable vate jerezano. Este año se entregó al poeta y ensayista jalisciense Luis Vicente de Aguinaga, por Desviación vertical disociada, en una ceremonia especial.
Curiosamente, apenas el 25 de noviembre Aguinaga presentó en la Feria del Libro de Aguascalientes su libro de ensayos El ruiseñor de Alfeo, catorce asuntos lopezvelardeanos. Se suma así a los autores que en todo el país han abordado una obra intensa y breve, como la vida del poeta, con motivo de su aniversario luctuoso. La lista de quienes la han comentado se alarga desde los días en que aparecieron sus primeros libros. Aguinaga lo hace con gran lucidez y talento, enriqueciendo la apreciación del jerezano, cuya inspiración el aire hidrocálido también se jacta de haber nutrido.
El premio se entregó en el foyer del Teatro Calderón, el viernes 3 de diciembre, a las 20:00 horas. Esa noche, el poeta y editor Luis Armenta Malpica leyó el acta del jurado, el rector de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ) dirigió un mensaje y el ganador del premio compartió parte de su obra con los presentes en la ceremonia.
Además, la programación del festival incluyó nueve mesas de lectura de poesía, un taller en línea, funciones de cine y la inauguración de dos exposiciones colectivas en la galería de arte Godiva y en el bar-galería Tizoc. Significativamente, la edición del festival en el centenario luctuoso del autor de “Zozobra” culminó en Jerez, con una mesa de lectura en el Teatro Hinojosa de esa ciudad y unas palabras del director municipal de Cultura.
Aunque todas estas actividades se hicieron de manera presencial, también se programó un par de actividades en línea, a través de una plataforma virtual. Un taller sobre el oficio poético, abordado desde la obra de cinco autores latinoamericanos, impartido por Benjamín Valdivia. Y la lectura de poemas de la poeta y ensayista venezolana María Auxiliadora Álvarez. Además, se grabaron varias de las lecturas poéticas y la ceremonia de premiación, las cuales están disponibles en línea.
A estas alturas del milenio nadie se sorprende por tener acceso a estos contenidos a través de la tecnología. En cambio, después de una temporada en el encierro, la reanudación de la convivencia presencial tuvo una importancia singular para los poetas invitados a leer parte de su obra. Hubo mesas de lectura en el patio de la Rectoría y en la Unidad Académica de Letras de la UAZ, así como en instalaciones de la Universidad Pedagógica Nacional Zacatecas, en la capital del Estado.
Y una vez más se confirmó que la poesía convoca minorías, sin importar el predominio de los populismos en todas las latitudes, en todas las lenguas del orbe. Aunque entre los asistentes también se contaron estudiantes y maestros, el público estuvo conformado sobre todo por otros poetas, lo cual no pareció molestar ni sorprender a los participantes.
Quien haya estado en cualquier encuentro de escritores sabe que los contactos se establecen en la convivencia directa, más que en la lectura de los textos, lo que no le resta importancia a lo segundo. Frente a un café o una cerveza, la expansión del ánimo goza de una libertad imposible durante los escasos minutos disponibles para compartir una muestra de la obra, encogidos más aún por la tendencia de muchos poetas a explicar o dedicar las lecturas. Liberados de los moderadores que no sin razón insistían una y otra vez en respetar el tiempo programado, el entusiasmo de compartir un oficio se sumaba al sentimiento de fraternidad renovado por volver a beber con viejos amigos.
Destaca de manera especialísima la séptima mesa de lectura, de poesía joven en el marco de la diversidad, con voces de miembros de la comunidad lésbico, gay, bisexual, transexual y transgénero (LGBT). Un tema con antecedentes en las letras mexicanas plenamente visibilizado en nuestros días.
Y se confirma la vocación libertaria de la palabra poética. Su pertinencia y su arraigo en el corazón histórico de la humanidad, el que desde la sombra se lanza al firmamento extendido sobre las épocas: “Como sangriento disco a la hoguera solar”, diría Ramón López Velarde.